
Bien. Les traigo un tema que espero, les sea de utilidad a aquellas personas tímidas, o que aún no han podido desarrollar una suficiente confianza en sí mismas a la hora de acercarse y de actuar en las aproximaciones.
Yo estoy convencido de que, por timidez, dejamos pasar una y otra vez muchas oportunidades en la vida, porque preferimos quedarnos en la zona de comodidad: ese lugar parecido al desierto, donde imaginamos las cosas en lugar de hacerlas. A la zona de comodidad la fabrica nuestro cerebro para protegernos de nuestros fantasmas. Como sabrán a esta altura de sus vidas los fantasmas no existen; sin embargo, uno muchas veces se comporta todo el tiempo como si realmente existieran. Los fantasmas más comunes son:
1º) El temor al ridículo;
2º) El temor al rechazo;
3º) El temor a no saber qué decir en el momento adecuado.
Voy a hablar en algún momento de qué forma podemos combatir a cada uno de estos tres fantasmas de forma particular.
Seguramente, todos tenemos almacenados en nuestra memoria momentos en los que actuamos con la confianza de verdaderos Lobos; y creemos que eso fue producto de la iluminación que tuvimos ese día, o de la suerte tal vez, o de las circunstancias, o de la persona que teníamos en frente. La verdad es otra: en ese momento tuvimos la confianza suficiente para establecer un lazo comunicativo efectivo, porque supimos enfrentarnos a nuestros temores. Lo cierto es que nuestra memoria se niega a recordar bien ese momento, para justificar nuestra actual inacción. Nuestra mente nos intenta boicotear los recuerdos todo el tiempo para encontrar justificaciones de sus actuales acciones. A ver si me explico mejor, yo no estoy diciendo que vayamos, y le demos charla a cuanta mujer nos mire en el camino; lo que digo simplemente es que, podemos iniciar charlas en todas las circunstancias que queramos, siempre y cuando tengamos en claro y despejada nuestra mente para saber lo que queremos y de lo que somos capaces. Depende de nosotros, de nadie más. Cuando uno lleva quizás, no sé, digamos, siete meses sin tener un contacto con una mujer (supongo que a las mujeres les debe pasar lo mismo con los varones) a uno se le nota a la legua la falta de entrenamiento. Si en estas situaciones uno intenta iniciar una conversación, empieza a transpirar, se desenvuelve algo torpe, o simplemente su mente comienza a divagar. Cuando uno charla diariamente con mujeres, se desenvuelve fresco, natural, espontáneo, porque tiene un amortiguador que lo respalda. Nuestro lenguaje corporal habla en todas sus dimensiones, y transmite mucho más de lo que pensamos o sabemos conscientemente.

La verdad es que, la única respuesta para entender el origen de los tres fantasmas antes descritos se responde desde un solo lugar: la falta de confianza. A ver, yo sé que probablemente haya algunos que tengan problemas que tratar más bien con un psicólogo (aclaro, por las dudas, que yo no lo soy), pero la verdad es que muchos de nuestros temores son infundados, y que podemos dominarlos si realmente trabajamos seria y concientemente en ellos. ¿Sí?
Yo, por ejemplo, hace algunos años era incapaz de iniciar una charla con desconocidos en la calle. Sé que, la gran mayoría de las personas, tiene el mismo problema. Me limitaba a relacionarme con personas (no estoy hablando exclusivamente de mujeres) que pudiera conocer en la facultad, en el trabajo, o eventualmente en una biblioteca o en alguna fiesta. Hoy, no sólo soy capaz de hablar con cualquier persona en cualquier momento del día, sino que, en su momento, me lo impuse como un reto diario: hablar todos los días con una mujer desconocida. Cuanto más difícil le parezca una situación más deberían tratar de intentarlo y poner sus energías en vencer esos temores infundados. Sólo así, se puede abandonar esa zona de comodidad y los temores fantasmales. Si alguien tiene problemas en conocer gente en un boliche, por ejemplo, es allí justamente donde más debería trabajar: excepto que, por una decisión previa se autoexcluyan de hacerlo. Conozco algunas personas que tienen fobia a los lugares muy concurridos. Ok.


Tómense su tiempo para ir al supermercado o al kiosco de revistas. Cada vez que salgan a la calle, háganlo bien vestidos, no vayan en pantuflas, o despeinados y sin afeitarse, no sean una especie de Homero Simpson, que anda por la ciudad; y cuando se detenga una Caperucita delante suyo, involúcrenla en una charla. Claro que, cada situación es diferente y cada persona también lo es en algún sentido. No me gusta dar “recetas mágicas” porque no creo que realmente sirvan de mucho o que funcionen; pero lo que sí pueden es buscar sus temas de conversación para los momentos adecuados.

No importa si ya tienen novia, y creen que con ella ya se han sacado la lotería (tal vez así sea), o si están saliendo con alguien con el que están satisfechos; uno nunca sabe con qué cosas se puede encontrar en el camino. Hay que estar abiertos al mundo, no enjaulados como si fueran un chimpancé de circo. Digamos que tienen novia, está bien; yo no digo que hablen con ella con la intención de serle infiel a su pareja. No, no estoy sugiriendo eso. Hablo de que se permitan abrir puertas, de que escuchen qué cosas interesantes, la persona que tienen enfrente, es capaz de comunicarles. Qué posibilidades tienen de que ella, les aporte algo a sus vidas: tal vez ella, se pueda convertir en una gran amiga, ¿quién sabe? Si uno cree que las personas ya nada le puedan aportar a sus vidas, pues no deberían perder más tiempo en continuar leyéndome.
Bien. ¿Y qué decimos Sparrow ? Bueno, sin demorarme demasiado, lo que yo hago siempre es lo siguiente: Miro muy bien a la chica previamente, intento hacerme una idea de los que ella pueda ser, es decir, trato de adivinar qué tipo de actividad pueda desempeñar: si es estudiante, si es empleada, si es ambas cosas. Si es deportista, si es una persona alegre, entusiasta, etc. La mayoría de las veces no acierto, pero muchas sí, y me sirve para pensar previamente qué cosas serán las adecuadas charlar. Lo que busco es encontrar una adecuada calibración, para poder establecer un rapport. La charla se puede desviar hacia cualquier lado, no voy a negárselos, pero a mí, me da resultado el hacer un “examen previo”; por ejemplo, si la mina no es del tipo intelectual, trataré de no hablar de teatro isabelino, por ejemplo e ir realizando un encuadre previo. ¿Se entiende? Voy a disponerme para intentar buscar una conexión con su mundo. Hay gente que cree más en lo espontáneo...

Si está parada en la calle, pueden iniciar con cualquier cosa (lo dejo a su imaginación). Si está mirando una vidriera pueden acercarse de lado, o sea, mostrándole a ella el perfil suyo que más les guste (nunca vayan de atrás, por favor). También le pueden decir algo cómico, como: “Yo creo que esos zapatos te podrían hacer juego con ese bolso gigante” (observen su reacción. Si la asustan, sonaron, algo hicieron mal de entrada; pero si sonríe, pues acaban de sumar muchos puntos). Siempre acérquense con una amplia sonrisa, una actitud confiada y serena, y una alta energía. No vayan con las manos en los bolsillos o con los brazos cruzados, pues la chica lo tomará como una muestra de desconfianza de ustedes. Pongan primera, no vayan en tercera o quinta, pues eso, no les permitirá crear un buen rapport.
Nada más por hoy.
Un saludo a todos.