domingo, 15 de junio de 2008

Artillería pesada para francotiradores: Cuarta entrega (Negas y piropos negativos)


“All your mental armor drags me down
nothing hurts, like your mouth” Bush (Mouth)

Hola a todos, soy nuevamente Sparrow. Hoy les traigo un tema muy importante para aquellos Lobos que quieran jugar en las ligas mayores, es decir, para aquellos que sientan la necesidad de una mujer hermosa a su lado. Como todas las mujeres no son iguales, afortunadamente, no podemos emplear las mismas estrategias con todas, ya que, las mujeres, si bien son mujeres… hay mujeres y mujeres. ¿No sé si se entiende? Están las Lobas, las lobitas, las caperucitas, las cenicientas, etc. En general, los maestros de la seducción creen en el siguiente principio: cuanto más hermosa sea una mujer más predecible será su comportamiento, por el hecho de compartir experiencias de vida más o menos similares. ¿Qué decís Sparrow, has vuelto a beber? No, no, yo no bebo más que una copita de oporto en nochebuena… ¿ Por qué decís eso? -Me preguntarán. Bien, me explico mejor. Las mujeres hermosas están acostumbradas a recibir todo tipo de atenciones durante la mayor parte del tiempo, pues si algo abunda en el mundo son los lobitos, que no se tienen suficiente confianza a la hora de generar atracción y seducirlas, quienes se comportan con ellas como si fuesen algo inalcanzable. El comportamiento de la mayoría de los hombres condiciona, de alguna manera, el perfil psicológico de este tipo de mujeres. Claro que, ellos no son los únicos culpables de este fenómeno, también ayuda bastante el hecho de que en nuestra cultura, las personas hermosas reciban un trato preferencial al que reciben las demás.





Algunas mujeres muy hermosas, por desgracia, tienden a ser malcriadas, o un tanto caprichosas; otras, suelen tener un carácter muy extrovertido y un ingenio pronto y vivo. Como señalábamos anteriormente, la causa de ese comportamiento viene dado por la excesiva atención que, frecuentemente, recibe de los hombres que la colman de “honores”. Este tipo de mujeres suelen ser el centro de atención de reuniones sociales, y de grupos en general. Difícilmente se las encuentra solas, siempre llevan una guardia que la escoltan, pero en las pocas ocasiones en las que las vemos sin compañía, y llegamos a establecer un diálogo con ellas, podemos advertir que son mucho más astutas de lo que generalmente se les reconoce. ¿Por qué Sparrow? Por la sencilla razón de que llevan años esquivando a lobitos necesitados, babosos varios, ex novios celosos, padres guardianes, madres sobreprotectoras, amigas feas que se exhiben con ellas para resaltar su atractivo y valor social, etc. Educadas en ambientes donde son frecuentemente puestas en altares, como si se tratase de la diosa Afrodita, estas caperucitas tienen un alto status social. Se han acostumbrado a que “les besen todos el trasero”; por consiguiente, lo habitual para ellas es buscar en sus interlocutores cierta “aprobación social”, que es el néctar del cual se alimentan estas diosas. Se acostumbraron desde pequeñas a buscar la aprobación de cualquier cosa que digan en el séquito que las secunda, que inmediatamente suele asistir afirmativamente a sus demandas o requerimientos. No están acostumbradas a que le lleven la contraria, ni a que les quiten “el derecho divino” a ser justamente idolatradas.


Cuando encuentran un hombre atractivo que no le pone atención, inmediatamente se empiezan a interesar en él; y si este hombre es capaz de mostrarle algo de desaprobación, créanme que su interés pasará a ser “enamoramiento” (lisa y llanamente). Los maestros de la seducción encontraron un término para referirse a una estrategia concreta de desarme: el nega. Los negas son expresiones que intentan desarticular a la mujer de ese “mundo ideal” construido en su cabeza, de esa “armadura mental” con la cual las caperucitas se protegen de los lobitos con garras tullidas. Son comentarios que llevan un poco de venenito y son de lo más eficaces.



Las mujeres, y en especial este tipo de mujeres, detestan a los antiseductores lisonjeros, también conocidos como babosos: esos tipos que, sin ponerse colorados, les dicen cosas como: “te bajaría la luna por un beso”; “tenés unos ojos muy bonitos”; “siempre soñé con una mujer como vos”. En esas expresiones el hombre se suele colocar en una posición de inferioridad respecto a ella, y por supuesto, ella no duda un segundo en tratarlos como “inferiores”. Si uno se cree menos de lo que vale, la mujer no sólo lo sentirá así, sino que no dudará en hacérselo saber.
Reformulo un poco la idea anterior: quizás no los detesten del todo, tal vez los toleren; pero sólo los querrán como amigos, jamás como amantes. Una mujer hermosa no necesita un perro faldero a su lado, que se crea indigno de ella; pues si algo sobra en el mundo son babosos y necesitados. Una caperucita que esté acostumbrada a ese tipo de atenciones buscará alguien distinto; alguien que no caiga fácilmente rendida a sus pies, que no le haga favores para “comprar su amor”; alguien que sea capaz de plantarse y decirle, sin titubeos: “No, flaca, no me jodas”.





Un nega debe administrarse como un medicamento para la salud; es decir, no debe intentar “matar al paciente”, sino por el contrario, debe ser como un curativo para sus dolencias. ¿Cuál es la dolencia es estos casos, Sparrow? Su pedestal imaginario. Nunca debe decirse un nega en broma, al menos no como un chiste, debe hacerse de forma tal que la afecte. Por ejemplo, si la mujer en cuestión es esbelta, debe hacerse un comentario dirigido a su delgadez, pero en un sentido negativo. ¿De que forma? De las siguientes maneras:

Este diálogo imaginario, que a continuación reproduzco, señala un momento posterior a la apertura. ¿Ok? Ya hemos abierto; hemos logrado que nos preste atención; es el momento en que comienza a evaluarnos con luz amarilla.

Ella: ¿Y tenés varios camperas de cuero como esa?
Lobo: Sí, generalmente, suelo usar camperas de cuero. La gente dice que no abrigan mucho, y que no son adecuadas para el invierno; pero a mí me gusta usarlas porque he notado que, a las mujeres en general, les encanta. (Dicho en un tono completamente neutro y para darnos valor ante ella). Hablo de todo tipo de mujeres… de las que están buenas como de las que no lo están (pausa… aquí se podría actuar un poco, como dándole a entender que hemos cometido un error; el cual es, por otro lado, completamente fingido). La idea es sugerirle (no decirle) a ella que podría ser una de las chicas que no estén buenas.
Ella sentirá curiosidad por saber cuál es nuestra “verdadera” opinión sobre ella, y hará preguntas buscando nuestra aprobación. Así de sencillo. Posteriormente, en algún momento de la charla, pueden soltar cosas (negas) tales como:

-El suéter/pantalón/ te queda muy bien, te hace un poquito más corpulenta.
-Esas botas te quedan muy bien, disimulan tu baja estatura.
-Me gustan mucho tus manos son fuertes como las de un deportista.

Lo importante es entender que los negas (yo prefiero llamarlos desestabilizadores) sólo buscan dos cosas:
1º) Desarmar a la chica;
2º) Darnos valor ante ella.

Recuerden: Los negas no tienen por finalidad ofender, injuriar, agredir, etc. Es sólo un arma (que lleva un poquito de veneno) para poder entrar en un plano de igualdad (o de ligera superioridad del varón con la chica) para casos en que, la mujer, esté acostumbrada a ser endiosada por el sólo hecho de ser hermosa.
En ocasiones en que estén hablando en un grupo (set) pueden usar expresiones que contengan también un poco de humor. Lo importante aquí no será tanto lo que se diga, sino la forma en que lo hagan.

-Ah, ella también sabe hablar, ¿pensé que era muda?
-Habla siempre así, tratando de que impresionarlos a todos.

Recuerden esto: la idea no es aniquilar a la mujer, no es agredirla, tan sólo desarmarla.


Es por esto que, yo les decía hace un tiempo, la seducción se da en un plano mental. En la seducción no hay sólo química, feromonas, como nos dice mentirosamente la publicidad, el cine, y las novelas de las tres de la tarde; sino ante todo un juego de “tiras y aflojes”, de insinuación y de demostración de valía. Si alguien no se halla dispuesto a jugar, a ser evaluados y a aceptar el hecho de que la propia dinámica del juego nos exige, por momentos, ser un tanto agresivos, pues no entenderá de qué se trata el asunto.

Por último, y para que les sea provechoso este post, les dejo un video del maestro Victor Malvado (espero que no se enoje por el uso de su material; y también aprovecho la oportunidad para agradecérselo). En el verán de qué forma debe aplicarse un buen desarme. Imperdible.

Nada más por hoy.
Un saludo a todos.

lunes, 9 de junio de 2008

Magia y hechicería en la mentalidad argentina

“…Es más fácil negar las cosas que enterarse de ellas…” (Mariano de Larra)

Hola a todos nuevamente, soy Sparrow. He retornado luego de unos días sin postear. Hoy quiero hablarles de magia y hechicería; pero tranquilos que no voy a hablarles de brujos, ni de magos, ni de prestidigitadores, sino de los componentes “mágicos” que existen en el pensamiento, tanto del que se da a nivel de las relaciones sexuales como del que se produce a nivel social en nuestra mentalidad argentina. Yo estoy convencido de que a los argentinos en particular, nos seduce más la complejidad que la sencillez de las formas, de los procedimientos y de los contenidos conceptuales. Juzgamos como cierto todo aquello que resulta oscuro, difícil de desentrañar o ininteligible, y por eso nos apasionamos por cosas que apenas comprendemos (en realidad son cosas que perfectamente se pueden comprender, pero resulta siendo más poético y útil a nuestras costumbres, el hecho de juzgarlas como crípticas o inaccesibles al entendimiento humano, que confesar abiertamente que su conocimiento incompleto se deba más a nuestra torpeza que a su supuesta complejidad). Si yo les dijera que, a los argentinos, nos gusta pensar que somos capaces de hacer las cosas de una manera distinta, más compleja y mejor al resto del mundo, ¿qué me dirían? Seguramente no me creerían, pero se sentirían tentados a escuchar mis charlatanerías; ya que, por desgracia, la inmensa mayoría de la gente cree que nosotros somos distintos al resto del mundo; y el fundamento de esta creencia radica en una tendencia cultural a no poner en tela de juicio nuestra aptitud para resolver problemas. Nunca estamos abiertos para escuchar ni las críticas de las voces de los que sí, supieron y saben hacer bien las cosas; preferimos despreciar los métodos que utilizan las personas efectivas y prácticas (como los norteamericanos, por ejemplo), y tendemos a creer que, cuanto más compleja sea la realidad, mayor grado de veracidad habrá sobre ella. Si alguien nos pidiera claridad y sencillez en nuestro discurso, inmediatamente lo juzgaríamos de subversivo, simplista o ingenuo. ¿Qué es lo que querés decir Sparrow?




Cuántas veces oímos las siguientes expresiones: “acá es así”; “qué nos importa cómo lo hayan hecho otros”, “el mundo no va para ningún lado”, etc. Y como si estas expresiones fueran alguna suerte de verdad revelada, a la que los demás mortales de este mundo no pudieran acceder o comprender. Recuerden la expresión (demasiado cómica ya, para poder reproducirla abiertamente hoy en día): “Dios es argentino”. Yo les voy a decir dos cosas sobre esa expresión:

1º) En primer lugar, yo no creo en Dios;
2º) En segundo lugar, tampoco creo en los argentinos.

Como me niego a aceptar la existencia de un ente cuyo fundamento de su existencia sea ininteligible al entendimiento humano, concluyo que, los argentinos, tampoco existen; ya que para existir es necesario ser comprendidos, reconocidos o aceptados por el resto del mundo (y dudo que, el mundo, sea capaz de admitir que “Dios sea argentino”); y como cada vez estamos más aislados del resto de los mortales, dado que los argentinos prefieren ser “no mortales” (es decir, inmortales) como Dios, cada día que pasa me atrevo a dudar más de su existencia; por consiguiente, los argentinos no existen, no son más que una abstracción, una idea, como el mismo Dios. La idea de inmortalidad o perfectibilidad de los argentinos está arraigada en su profunda soberbia, en su incapacidad cultural para compararse con el resto del mundo. En su falta de autocrítica. Nuestra necedad es infinita: sólo hay que prender la televisión a cualquier hora del día para saber de lo que estoy hablando.




Por lo tanto, para mí, aquella expresión es una mentira al cuadrado; ya que la proposición: “Dios es argentino”, admite la existencia de dos entes que son, al menos discutibles. Seguramente se sentirán desconcertados ante esta declaración que les acabo de hacer; pero lo cierto es que si Dios existiera, seguramente, no nos tomaría como ejemplo de nada. ¿Qué cosas le podríamos enseñar al mundo que él, no haya descubierto o hecho ya? Yo creo que el gran problema, que tiene mucha gente en este país, es su profunda SOBERBIA.




Reformulo: los argentinos somos alternativamente arrogantes (descarados) y mendicantes (miserables); ésto es lo que se conoce, en el mundo civilizado como soberbia. La soberbia es la que nos lleva a despreciar lo nuevo, lo sublime, lo práctico, lo efectivo, lo grande que tienen aquéllos que sí, han sabido hacer las cosas de un modo mejor al que nosotros lo hemos hecho o pensado. La soberbia nos dice que “la culpa es de los otros”; “que nosotros somos perfectos”;que somos como somos y que no tenemos remedio”; etc. Entienden la idea, ¿no?




La buena noticia es que no somos los únicos soberbios que habemos en el mundo; de hecho, la soberbia, está considerada un mal o defecto propio del ser humano. En la soberbia caen tanto los ignorantes como los supuestamente cultivados en el mundo entero; y tanto es así, que en las diferentes áreas de la investigación de las ciencias sociales, se ha caído en apreciaciones erróneas por culpa de la bendita soberbia. En el campo de la psicoterapia, por ejemplo, se suele dar la siguiente situación: cuando un cliente (paciente) es tratado por un analista y se ve que la terapia no le termina siendo útil, en vez de cambiar la terapia, lo que el terapeuta suele hacer con frecuencia es culpar al cliente (paciente) que recibe el rótulo de “cliente resistente”. Muchos terapeutas solucionan así sus fallas como analistas: transfieren su responsabilidad. La culpa es del cliente, y no de su método, tal vez anacrónico, tal vez, poco práctico, o francamente inútil. Lo mismo hacen los hombres con las mujeres (y viceversa), cuando no logran entender por qué hacen lo que hacen le echan la culpa a ella (o a él). En vez de pensar que su método sea inadecuado, lo que se hace es culpar al paciente de ello. Es el paciente el que no se adecua a sus teorías. Es el mundo el que no nos entiende a nosotros, y no nosotros los que, no entendemos al mundo. Tenemos la costumbre de no ver de qué manera han conseguido mejores resultados las otras terapias, los otros países, las otras políticas públicas, etc. Incluso somos tan necios que nos burlamos de los aciertos que suelen tener los países avanzados o que marchan hacia el progreso. ¿Por qué creen que sea?




La culpa siempre la tiene el otro, pues esto es tranquilizador. Éste debe ser, quizás, el único país del mundo donde el cliente nunca tiene la razón ¿Por qué será? ¿Tendrán que ver los monopolios y la ineficiencia de los organismos que, supuestamente controlan o regulan a las empresas y a los distintos ministerios encargados de nuestra salud, educación y seguridad?
Vayamos al tema de la seducción. Como les vengo diciendo, hay gente que se dedica a estudiar los fundamentos de la seducción, y los mecanismos de atracción entre hombres y mujeres; pero aún nosotros preferimos desechar sus investigaciones y sus resultados; pues creemos que no vale la pena saber lo que se supone ya sabemos (a ver si todavía nos enseñan algo nuevo que ni sospechábamos siquiera: nuestro narcisismo no lo toleraría). Aceptemos algunos hechos como innegables (sí, sé que, a los argentinos, aceptar algunas cosas como evidentes los pone de mal humor, pero créanme que es la única manera de progresar):



1º) El hombre es quien toma la iniciativa, seduce y hace las primeras llamadas. Esto puede parecerle injusto a algunos, pero así es la vida.
2º) La mujer tiene, en todo el proceso de seducción y conquista, un papel bastante pasivo, lo cual no es más que una manifestación de su instinto. ¿Se entiende? (pero que conste que no lo hace por mala, ni por cómoda, ni por tonta, o por lo que fuera que se les ocurra).
3º) La mujer no racionaliza si uno es "un buen partido" o no lo es, ella sólo lo siente; y desde ese sentimiento, es deber o tarea del varón saber mostrarse como "un buen partido", sabiendo despertar esos sentimientos, más con sus acciones que con sus palabras. ¿Sí?

4º) La mujer no tiene la potestad para decidir quién es uno en verdad (no es Dios para juzgarnos; sin embargo, muchos hombres se comportan como si lo que ellas creyesen sobre ellos fuese real, lo que generalmente los hiere de muerte); tampoco es un juez a punto de dictar sentencia sobre lo que nosotros somos en verdad (aunque muchos hombres creen que cuanto más hermosa sea una mujer, mayor valor tendrá su opinión sobre ellos); sino simplemente un ser humano falible, que tiene todo el derecho y la libertad para decidir si va o no a seguirnos; si va o no a acostarse con nosotros. Nada más.
5º) La mujer siempre elige de manera inconsciente, en función de las garantías que el hombre le brinde (y pilas que no estoy hablando de garantías materiales o jurídicas, como suelen creer tantos hombres), y de la presencia de ánimo que éste sea capaz de transmitirle.
6º) La enorme ventaja que tiene todo esto para los hombres, frecuentemente es poco valorada por ellos mismos, que suelen caer en la trampa de transferirles a ellas su responsabilidad en el asunto, haciendo lo mismo que muchos psicoanalistas que conozco con sus pacientes, es decir, culpando al paciente por su “resistencia” al tratamiento.


Nada más por hoy.
Un saludo a todos.