miércoles, 28 de mayo de 2008

Artillería pesada para francotiradores: Tercera entrega (¿Cómo decirlo?)


Hola a todos, soy nuevamente Sparrow transmitiendo desde Buenos Aires. Antes de que me olvide, les digo que me voy a tomar quince días de licencia blogueril para acelerar algunos trabajos que tengo demorados, por dedicarme demasiado tiempo al blog. Pero bueno, son sólo quince días. Ok.
Bien. Les traigo un tema que espero, les sea de utilidad a aquellas personas tímidas, o que aún no han podido desarrollar una suficiente confianza en sí mismas a la hora de acercarse y de actuar en las aproximaciones.
Yo estoy convencido de que, por timidez, dejamos pasar una y otra vez muchas oportunidades en la vida, porque preferimos quedarnos en la zona de comodidad: ese lugar parecido al desierto, donde imaginamos las cosas en lugar de hacerlas. A la zona de comodidad la fabrica nuestro cerebro para protegernos de nuestros fantasmas. Como sabrán a esta altura de sus vidas los fantasmas no existen; sin embargo, uno muchas veces se comporta todo el tiempo como si realmente existieran. Los fantasmas más comunes son:

1º) El temor al ridículo;
2º) El temor al rechazo;
3º) El temor a no saber qué decir en el momento adecuado.

Voy a hablar en algún momento de qué forma podemos combatir a cada uno de estos tres fantasmas de forma particular.
Seguramente, todos tenemos almacenados en nuestra memoria momentos en los que actuamos con la confianza de verdaderos Lobos; y creemos que eso fue producto de la iluminación que tuvimos ese día, o de la suerte tal vez, o de las circunstancias, o de la persona que teníamos en frente. La verdad es otra: en ese momento tuvimos la confianza suficiente para establecer un lazo comunicativo efectivo, porque supimos enfrentarnos a nuestros temores. Lo cierto es que nuestra memoria se niega a recordar bien ese momento, para justificar nuestra actual inacción. Nuestra mente nos intenta boicotear los recuerdos todo el tiempo para encontrar justificaciones de sus actuales acciones. A ver si me explico mejor, yo no estoy diciendo que vayamos, y le demos charla a cuanta mujer nos mire en el camino; lo que digo simplemente es que, podemos iniciar charlas en todas las circunstancias que queramos, siempre y cuando tengamos en claro y despejada nuestra mente para saber lo que queremos y de lo que somos capaces. Depende de nosotros, de nadie más. Cuando uno lleva quizás, no sé, digamos, siete meses sin tener un contacto con una mujer (supongo que a las mujeres les debe pasar lo mismo con los varones) a uno se le nota a la legua la falta de entrenamiento. Si en estas situaciones uno intenta iniciar una conversación, empieza a transpirar, se desenvuelve algo torpe, o simplemente su mente comienza a divagar. Cuando uno charla diariamente con mujeres, se desenvuelve fresco, natural, espontáneo, porque tiene un amortiguador que lo respalda. Nuestro lenguaje corporal habla en todas sus dimensiones, y transmite mucho más de lo que pensamos o sabemos conscientemente.





Ayer leía un libro del psicólogo norteamericano Daniel Goleman, que decía que según un estudio hecho en la Universidad de Harvard, el 90 % de los mensajes emocionales es de naturaleza No verbal. Escucharon bien: el 90 %. Esto quiere decir que, si ponemos una adecuada atención a lo que la otra persona nos está diciendo con su cuerpo, podemos llegar a establecer con ella lo que los psicólogos llaman un Rapport, o sea, una sintonía con sus emociones, para poder desarrollar una charla amena, confiada y desinhibida (ya hablaré de qué forma podemos establecer un buen rapport). Las emociones de los mensajes No verbales se manifiestan a través de: expresiones faciales, tono de la voz, gestos, movimientos de manos, etc.
La verdad es que, la única respuesta para entender el origen de los tres fantasmas antes descritos se responde desde un solo lugar: la falta de confianza. A ver, yo sé que probablemente haya algunos que tengan problemas que tratar más bien con un psicólogo (aclaro, por las dudas, que yo no lo soy), pero la verdad es que muchos de nuestros temores son infundados, y que podemos dominarlos si realmente trabajamos seria y concientemente en ellos. ¿Sí?
Yo, por ejemplo, hace algunos años era incapaz de iniciar una charla con desconocidos en la calle. Sé que, la gran mayoría de las personas, tiene el mismo problema. Me limitaba a relacionarme con personas (no estoy hablando exclusivamente de mujeres) que pudiera conocer en la facultad, en el trabajo, o eventualmente en una biblioteca o en alguna fiesta. Hoy, no sólo soy capaz de hablar con cualquier persona en cualquier momento del día, sino que, en su momento, me lo impuse como un reto diario: hablar todos los días con una mujer desconocida. Cuanto más difícil le parezca una situación más deberían tratar de intentarlo y poner sus energías en vencer esos temores infundados. Sólo así, se puede abandonar esa zona de comodidad y los temores fantasmales. Si alguien tiene problemas en conocer gente en un boliche, por ejemplo, es allí justamente donde más debería trabajar: excepto que, por una decisión previa se autoexcluyan de hacerlo. Conozco algunas personas que tienen fobia a los lugares muy concurridos. Ok.





Hace dos años, inicié un camino que, les recomiendo emprender a todos aquéllos que tengan la fuerza de voluntad suficiente para probarse a sí mismos diariamente, o que sientan que, aún son demasiado tímidos para entablar charlas en cualquier sitio, y en cualquier momento con desconocidos. ¿Cuál es ese camino se preguntarán? Bien. Cuando vayan a una biblioteca, cuando viajen en subte, en colectivo, cuando se den permisos para ir al parque, al video club hablen, hablen y hablen: no se corten nunca. Nadie los va a maltratar, nadie les va a pegar, nadie los va a hacer sentir menos hombres de lo que son. Nadie creerá que son estúpidos o feos, o lo que fuere. Sólo hablen y dejen hablar a la otra persona. En principio, no importa tanto si consiguen o no el número de teléfono de una chica. La idea es que puedan ir adquiriendo poco a poco las habilidades sociales necesarias para sentirse más libres. Si ustedes no se ayudan, créanme que nadie lo hará. Vivan más tranquilos.




Tómense su tiempo para ir al supermercado o al kiosco de revistas. Cada vez que salgan a la calle, háganlo bien vestidos, no vayan en pantuflas, o despeinados y sin afeitarse, no sean una especie de Homero Simpson, que anda por la ciudad; y cuando se detenga una Caperucita delante suyo, involúcrenla en una charla. Claro que, cada situación es diferente y cada persona también lo es en algún sentido. No me gusta dar “recetas mágicas” porque no creo que realmente sirvan de mucho o que funcionen; pero lo que sí pueden es buscar sus temas de conversación para los momentos adecuados.




No importa si ya tienen novia, y creen que con ella ya se han sacado la lotería (tal vez así sea), o si están saliendo con alguien con el que están satisfechos; uno nunca sabe con qué cosas se puede encontrar en el camino. Hay que estar abiertos al mundo, no enjaulados como si fueran un chimpancé de circo. Digamos que tienen novia, está bien; yo no digo que hablen con ella con la intención de serle infiel a su pareja. No, no estoy sugiriendo eso. Hablo de que se permitan abrir puertas, de que escuchen qué cosas interesantes, la persona que tienen enfrente, es capaz de comunicarles. Qué posibilidades tienen de que ella, les aporte algo a sus vidas: tal vez ella, se pueda convertir en una gran amiga, ¿quién sabe? Si uno cree que las personas ya nada le puedan aportar a sus vidas, pues no deberían perder más tiempo en continuar leyéndome.
Bien. ¿Y qué decimos Sparrow ? Bueno, sin demorarme demasiado, lo que yo hago siempre es lo siguiente: Miro muy bien a la chica previamente, intento hacerme una idea de los que ella pueda ser, es decir, trato de adivinar qué tipo de actividad pueda desempeñar: si es estudiante, si es empleada, si es ambas cosas. Si es deportista, si es una persona alegre, entusiasta, etc. La mayoría de las veces no acierto, pero muchas sí, y me sirve para pensar previamente qué cosas serán las adecuadas charlar. Lo que busco es encontrar una adecuada calibración, para poder establecer un rapport. La charla se puede desviar hacia cualquier lado, no voy a negárselos, pero a mí, me da resultado el hacer un “examen previo”; por ejemplo, si la mina no es del tipo intelectual, trataré de no hablar de teatro isabelino, por ejemplo e ir realizando un encuadre previo. ¿Se entiende? Voy a disponerme para intentar buscar una conexión con su mundo. Hay gente que cree más en lo espontáneo...







¿Y si la vemos en la calle y no tenemos mucho tiempo para hacer calibraciones? Lo mejor, para mí, es abrir con una broma. Si pasea un perro, le pueden decir algo así: ¡“Uy, qué lindo cachorro (mientras lo acarician), que suerte que no saqué a pasear el gatito que tengo en casa!
Si está parada en la calle, pueden iniciar con cualquier cosa (lo dejo a su imaginación). Si está mirando una vidriera pueden acercarse de lado, o sea, mostrándole a ella el perfil suyo que más les guste (nunca vayan de atrás, por favor). También le pueden decir algo cómico, como: “Yo creo que esos zapatos te podrían hacer juego con ese bolso gigante” (observen su reacción. Si la asustan, sonaron, algo hicieron mal de entrada; pero si sonríe, pues acaban de sumar muchos puntos). Siempre acérquense con una amplia sonrisa, una actitud confiada y serena, y una alta energía. No vayan con las manos en los bolsillos o con los brazos cruzados, pues la chica lo tomará como una muestra de desconfianza de ustedes. Pongan primera, no vayan en tercera o quinta, pues eso, no les permitirá crear un buen rapport.

Nada más por hoy.
Un saludo a todos.

sábado, 24 de mayo de 2008

Caperucita Roja: Segunda Parte


Hola a todos, soy Sparrow. Antes que nada, les pido mil disculpas por el cambio de la URL que hice el día de ayer, pero tuve mis motivos para hacerlo, pues como les comenté a algunos, cierto personaje no encuentra una mejor forma de ocupar su vida que, metiéndose en la ajena: sólo con la intención de preservar el blog, hice lo que hice. Les había prometido hablarles hoy de Caperucita Roja. Les había dicho en un post anterior que, Perrault, a fines del siglo XVII había escrito un cuento, cuyo argumento, tomaba de ciertas leyendas previas que circulaban desde hacía siglos en Europa. También señalé en su momento que, Charles Perrault, adaptado esa leyenda a un público muy concreto: la Corte de Versalles. Este cuento comenzaba con la fórmula clásica para los relatos tradicionales: “Érase una vez…”, donde no se precisaba ni tiempo ni lugar.




Hace unos diez años, aproximadamente, se estrenó en los teatros de Nueva York una obra que se llamó, “Caperucita en Manhattan”, de la autora Carmen Martín Gaite. Esta escritora, decidió situar la acción de su obra, como sospecharán, en dicho barrio neoyorkino; por lo tanto, su Caperucita no va a cruzar por ningún bosque lleno de leñadores ni de una natural belleza multicolor, sino que va a caminar por un espacio urbano, concreto y moderno.



La Caperucita de Perrault nunca puede dominar al Lobo, éste termina resultando ser implacable y se la devora. Es un común, glotón y salvaje predador. Por otro lado, el apetito del Lobo, es absolutamente carnal y primitivo, no le interesa en lo más mínimo la mantequilla, ni la torta de la niña. Estamos ante la presencia de un verdadero ejemplar de la naturaleza salvaje. El Lobo de Gaite (Mister Woolf) es exquisito, diferente, su apetito no es carnal, está más interesado en el contenido de la cesta de Caperucita que en ella. Mister Woolf huele la tarta de fresa, pero no se arroja salvajemente sobre la misma, sino que conserva las buenas maneras. Caperucita observa la debilidad que siente Mister Woolf por la tarta de fresa que ella lleva, y lo utiliza para divertirse con él. Observen el siguiente diálogo:

Mister Woolf: ¡Oh, sí, probarla! Nada me gustaría tanto como probarla! ¿Pero qué dirá tu abuela?

Caperucita: Le diré que me he encontrado con (sonriéndose)…Bueno, con el Lobo (riéndose a carcajadas), y que tenía mucha hambre.
Mister Woolf, de rodillas, le implora la receta de la tarta, mientras Caperucita (Sara en la obra) le acaricia el pelo como a un niño. Caperucita domina al Lobo, conoce su ansia, su secreto, y puede pactar con él en un nuevo juego. A cambio de la receta, Sara le pide dos cosas:

1º) Que invite a su abuela a subir a la terraza del edificio disfrazado de tarta;
2º) Llevarla a la casa de su abuela en limusina.




Sellado el pacto, Mister Woolf y Sara salen del Central Park tomados de la mano.
¡Que extraña pareja! El Lobo terminó haciéndose amigo de Caperucita por su propia debilidad. Al dar a conocer “su secreto”, Mister Woolf, entregó su libertad a Caperucita. ¿No sé si soy claro?
¿Alguna vez han implorado? ¿Alguna vez se mostraron demasiado interesados por los secretos ancestrales o más íntimos de sus Caperucitas? ¿Alguna vez le dejaron ver toda su debilidad a ellas? ¿Por qué creen que les fue mal en esos casos?
Continuemos. El Lobo había conocido en su juventud a la abuela de Caperucita (Sara), y tenía interés en llegar primero que ella y solo a la casa; por lo que rentó dos limusinas (terminó costándole muy caro el asunto a Mister Woolf): El Lobo toma el camino más corto, tal como ocurre en la obra de Perrault, pero en realidad en “Caperucita en Manhattan”, es la propia Caperucita la que le sugiere hacerlo, para poder ella disfrutar del lujo gratuito y pasear por Nueva York en ese precioso vehículo, al tiempo que le intentaba conseguir un novio a su abuela.




La Caperucita de esta historia es una chica común y corriente, tal como las que conocemos todos: juguetona, por momentos malintencionada, sarcástica y alegre, pero no en el sentido naif del término, sino más bien en un sentido humano. No se trata de una Caperucita que va juntando flores por el camino para llevárselas a su abuelita, sino de una mujer contemporánea, que se detiene a mirar el mundo que la rodea, lo que le permite estar muy despierta. No se trata de una mujer ingenua. ¿Acaso las mujeres, muchachos, no se ríen de las mismas cosas que nosotros? Esta Caperucita, nada tiene que ver con esa representación ingenua y angelical que de desprende de la tradición cinematográfica, y con la cual muchos nos hemos educado. La próxima vez que se encuentren con Caperucita, háganse el favor de:

1º) No mostrarse necesitados: las mujeres no sólo huyen, sino hasta son crueles con los hombres necesitados o demasiado efusivos; prefieren a los hombres independientes, que tienen un comportamiento intermitente (que son cálidos y fríos alternativamente), y hasta son capaces de tomarse a broma mucho de lo que ellas les dicen.
2º) No contarle jamás, a ella, su secreto. Si uno cuenta "su secreto", la otra persona lo tiene en su poder de por vida. Así de cruel es la vida, muchas veces. Muchas personas lo hacen para ponerse al servicio de alguien (no hay ingenuidad en el asunto) ¿No sé si soy claro?
3º) En una charla inicial, no deben desviarse demasiado de su principal objetivo (que es ella);
4º) Mostrar su apetito de una manera más sutil;
5º) Si fracasan, perdónense: errar es humano; y la verdad es que uno tiende a repetir ciertos patrones, por eso debemos estar atentos a nuestras debilidades, para corregirlas, y para evitar que se repitan. Si fuéramos enteramente animales seríamos perfectos, como el Lobo Feroz, pero la verdad es que ser humano es mucho más difícil.
6º) Si fracasan y ella les pide ser su “amiga” jamás lo tomen como una ofensa a su hombría, también es de hombres el saber perder y comportarse en esas situaciones. Acepten el trato como lo aceptó Mister Woolf.

Nada más por hoy.
Un saludo a todos.

Nota: Bibliografía utilizada:

María Vicenta Hernández Álvarez; “Caperucita en Manhattan: Carmen M. Gaite al margen de Perrault”

miércoles, 21 de mayo de 2008

El mundo como voluntad y representación



El gran filósofo Arturo Schopenhauer, hacia mediados del siglo XIX, sorprendió al mundo intelectual alemán de su época con una obra que, tanto en su momento como posteriormente, sería mal leída y hasta subestimada. Dicha obra hacía hincapié en dos conceptos fundamentales: la representación humana del mundo, que enmarcaba su obra dentro del idealismo filosófico proveniente de la tradición platónica, y el poder de la voluntad en el curso de la vida. Para Schopenhauer la vida era voluntad, y la misma estaba presente en todo organismo vivo, sea animal como vegetal; pues para éste autor, la voluntad era algo así como una condición necesaria para que existiera vida. La voluntad había sido prácticamente subestimada en la historia de la filosofía occidental.



Para Platón la realidad era creada por la mente (ésto se conoció como idealismo). Lo repito, lo que llamamos comúnmente realidad no era más que una representación y creación de la propia mente; y en la creación estaba de alguna manera presente la voluntad de la que hablaba Schopenhauer. Si tomamos este principio como cierto, entonces podemos conjeturar que cambiando nuestra mente podemos cambiar nuestra realidad. Distintas culturas de Oriente han sostenido también que, la realidad tiene que ver con la forma en que percibimos eso que llamamos ingenuamente realidad. No conocemos al mundo más que, a través del mapa (como la denomina la PNL, que sería en este caso, nuestra mente) o si se quiere de nuestra representación: no tenemos más que representaciones del mundo, de la realidad. Nuestra representación es la que nos dice “lo que somos”, “lo que podemos o no podemos hacer”; ya que la vida de los hombres se construye a través del pensamiento. Somos lo que pensamos, lo que sentimos, lo que creemos, y hacemos. A lo que apunta mi reflexión es que hay un componente electivo en lo que somos, que es muy importante. No somos sólo una persona que mide 1 m. 83 cm. de altura, como en mi caso, somos más que nada la influencia del entorno familiar, la educación, la voluntad y de la representación subjetiva que tengamos del mundo. Lo repito: podemos cambiar la realidad cambiando nuestra mente. ¡Ojo! Yo no hablo de “negar realidades”, sino de decidir qué cosas de la realidad decidiremos que nos afectarán, ya sea positiva o negativamente; se trata de elegir lo que queremos ver en profundidad: aunque no lo podamos ahora ver, lo hemos estado haciendo desde que éramos niños. Nadie dejará de tener problemas en la vida, pero de lo que sí somos capaces y responsables es de asumir de qué forma esos problemas nos afectarán. No se trata de injerir un narcótico para ver las cosas color de rosa, sino de cambiar nuestra representación del mundo de una forma útil para nosotros y para los demás. Si sólo vemos la miseria del mundo como una causa determinante sobre nosotros nos trasformaremos en miserables. Yo pregunto, por ejemplo: ¿Qué piensan de Luis D’Elia? ¿Por qué será que piensan eso de él? ¿Creen que, a él, le importe realmente lo que pensemos de él, o usará ese hecho, más que nada como una herramienta política?




La PNL me enseñó que la mente es el arma más poderosa que existe, y si sabemos usar la mente en un sentido positivo, constructivo, creativo, útil para con nosotros y para con los demás, podemos llegar a construir realidades “positivas, constructivas, creativas, útiles” para nosotros y para los demás. Todo depende de nosotros, de nuestra fuerza de voluntad para cambiar, para mejorar al mundo desde nuestras acciones; pero primero debemos tener un mejor mapa con el cual “leer la realidad”. Nosotros decidimos si paramos de comer ahora y comenzamos a hacer dieta; si seguimos pensando que no podemos ir a hablarle ahora a la chica que nos gusta; si vamos a enojarnos con el mundo y a culparlo por todos nuestros problemas; o si aceptamos el desafío de cambiar para crecer como personas.



Según los físicos, la energía y la materia son parte de una misma naturaleza, y ambas existen de forma independiente y complementaria en el universo. Para los marxistas, que son materialistas, la energía no cuenta a la hora de producir cambios en la historia, por consiguiente no existe, es la materia la que determina la realidad del individuo; sin embargo, la energía es una realidad, ya que existe, y es fundamental para el desarrollo de la vida. Por otro lado, los físicos admiten hoy, que el mundo no es realmente como se ve: existen los átomos, y las partículas subatómicas que no pueden verse, los cuales a su vez producen energía, la cual ni es constante, ni está en equilibrio como para afirmar que las cosas sean de un único modo posible o mensurable. (Lean, si no me creen, algo sobre el principio de incertidumbre del físico Heisemberg)
Como les decía la vez anterior, el mundo cambia, y junto con él cambian las generaciones y las representaciones del mundo; y si el mundo puede cambiar con el curso del tiempo, las personas pueden cambiar también; ya que si algo me ha enseñado la historia es que las mentalidades cambian al cambiar los siglos. ¿Quién cree hoy en los súcubos y en los íncubos como creían en la Edad Media?



Por otro lado, todas las personas no vemos las mismas cosas, ni de la misma manera: eso está supeditado a la educación, a la acción del medio, a las experiencias personales, y a la construcción de una subjetividad más o menos positiva del mundo. ¿Quién cree que la tierra sea plana como quizás creíamos de niños? ¿Quién piensa hoy en día, que las mujeres tengan algo de malo en sí mismas como creyó erróneamente la tradición psicoanalítica durante algún tiempo (Freud era misógino), influenciada seguramente por la cultura hebreo-cristiana?



Modificar nuestra manera de ver las cosas de un modo más positivo lleva su tiempo: en la naturaleza hay tiempos, plazos, ciclos, para todos y para todo. Por otro lado, hay muchos componentes inconscientes que funcionan como resistencias al cambio. Lo que en la historia de la humanidad se ha escrito sobre el poder de la mente es inconmensurable, y les diría que no hay una sóla cultura que, desde la antigüedad, no haya tratado el asunto. ¿Cómo podemos seguir siendo deterministas sobre un asunto tan intrincado como es la construcción de una mente poderosa? Los existencialistas sostenían que las cosas son una vez que mueren: según el filósofo Heidegger, sólo somos cuando morimos, por eso "el ser es ser para la muerte". Yo les digo que ni así es siquiera, pues la memoria de los hechos pasados y de las cosas pasadas está en constante cambio. ¿Por qué? Porque la memoria forma parte de la subjetividad humana, tanto individual como colectivamente: y las sociedades no recuerdan su pasado de una misma y única manera todo el tiempo. Esto es una ilusión. La idea que se tiene de Rosas en la actualidad es muy distinta de la que se tenía de él, a principios del siglo XX. Lo mismo ocurre con el peronismo durante la década del sesenta y en la actualidad. Lo mismo corre para personalidades como Sarmiento, Alberdi y Mitre. ¿Cómo se lo recordaba a Sarmiento hace treinta años? ¿Cómo se lo recuerda hoy? ¿Por qué habrá cambiado? ¿Habrá intereses político de por medio?




¿Alguien ignora que la imagen o representación que nosotros tengamos de nosotros mismos y de los demás esté relacionado con los hábitos mentales (los historiadores de las mentalidades han hablado de actitudes mentales) que hemos ido incorporando desde pequeños? ¿Alguien cree que no se pueda cambiar nuestra representación del mundo, que estamos demasiado grandes para eso? ¿Alguien cree que lo que pensamos no afecta a nuestras acciones cotidianas? Pues se equivocan en todos los casos. La PNL propone en primer lugar, abandonar todo el lenguaje pasivo y expiatorio con el que habitualmente nos castigamos, del tipo: soy feo; estoy arruinado; no soy inteligente; estoy muy viejo para cambiar; no puedo parar de comer; voy a arruinarlo todo; etc. Empiecen a tratarse con las expresiones opuestas, tales como: soy lindo, estoy en un proceso de cambio y mi forma física va tomando tonalidad; soy inteligente; soy joven y aún puedo cambiar; puedo dejar de comer; voy a arreglarlo todo.
Créanme que, los cambios comenzarán a sentirse ni bien comencemos a dominar las emociones negativas que nos confinan hacia esa realidad en la cual estamos acostumbrados a desenvolvernos: hacia esa representación del mundo.

Nada más por hoy.
Un saludo a todos.

PD: En el próximo post, hablaré de un tema más light, de Caperucita Roja.

domingo, 18 de mayo de 2008

Una mirada personal sobre la seducción: segunda parte

"Deja de preguntar qué vendrá mañana. Cada día que te otorgue el destino agrégalo a los beneficios y no desperdicies los dulces amores, ni los bailes, mientras la vejez perezosa se mantiene lejos de ti que eres joven. Ahora deben repetirse las idas al campo de Marte y a los bosques, y las horas suaves llenas de susurros. A la niña traicionada por una sonrisa, en un rincón oscuro, ve a robarle ahora una prenda del brazo o del dedo que fingen resistirse" Horacio, poeta latino (Oda IX del libro I)

Hola a todos, soy otra vez Sparrow. En la primera parte de este post, que llevaba como título “Una mirada personal sobre la seducción”, hice hincapié en algunos puntos que voy a reflotar para que queden un poco más frescos, y no sean olvidados; ya que constantemente debemos recordarlos para comenzar a tomarnos al mundo de una forma más amena de lo que lo hacemos habitual y cotidianamente; si es que nuestro objetivo final es llegar a ser seductores, desde la humilde perspectiva personal de quien suscribe estas líneas. Había señalado en él los siguientes tips, que aparecen desarrollados en la construcción de mi prosa:

1º) Dominio de lo emotivo (en la comunicación No verbal)
2º) Ánimo lúdico;
3º) Espíritu juvenil;
4º) Decisión de vivir y de divertirse para despertar profundos y genuinos sentimientos en una mujer;
5º) La construcción involuntaria de un efecto que denominé “halo” de nuestra persona en la consideración de los demás.
El efecto halo, para mí es la esencia del seductor, su aporte más relevante a la vida. La vida quiere ser, y pide campo abierto para expandirse, para renacer constantemente. Lo que se expande vive, progresa, renace y gira como la rueda de la fortuna: haciendo girar con ella a los demás. Lo que se restringe muere, evita expandirse por el cerco puesto por la propia vida: la muerte se cierra sobre sí misma para no ejercer su poder totalitario actuando con natural economía.
Yo, como persona dedicada a vivir digiriendo una gran cantidad de material traumatizante, como propone en general el estudio de la historia, he tomado el desafío y el camino de la seducción, ya que se constituye para mí en una suerte de puerta de acceso a una forma superior de trascendentalidad o de conexión entre las personas. La excesiva y continua comunicación con la memoria y los restos desperdigados de personas muertas y situaciones trágicas, nos va llevando poco a poco a la muerte. El asunto de la seducción es, desde mi perspectiva, más que una estrategia simple o combinada de técnicas para levantar mujeres, una revolución del espíritu ante las cosas, una posibilidad de acercamiento mucho mayor al dominio espiritual pretendido por los epicúreos.

Epicuro

Se trata de ir adquiriendo una capacidad superior de mirar las cosas, una forma más hedonista. El poeta chileno, Vicente Huidobro, allá por la década del veinte del pasado siglo XX, elaboró un nuevo paradigma poético, que se conoció en la historia de las letras como “creacionismo”. El creacionismo, como su nombre lo indica, pugnaba por forjar un mundo nuevo desde la creación (en este caso, literaria), y a partir de las nuevas nominaciones hechas, que según este autor, debían romper el curso autoritario y lógico impuesto hasta ese momento, por las valoraciones previas, que encadenaban y confinaban a las palabras hacia una realidad de antemano diseñada.




Cuando uno se vuelve un poco experto en esto de romper los sentidos de las palabras, haciéndolo oportunamente, a través del manejo de la empatía con los otros seres humanos y liberando el inconsciente, se transforma en un seductor. No hay nada más encantador para mí, que escuchar de una forma novedosa el resurgimiento de las cosas que uno creía ya aprendidas, y despertar en ellas una nueva conciencia de las cosas. El constante descubrimiento de lo conocido es una actividad que sólo puede ser llevada a cabo por un niño: la idea es recuperar un poco esa seriedad puesta al servicio de la imaginación que ponía el infante a la hora de aprender y de divertirse al mismo tiempo. La laboriosa tarea de desaprender un poco diariamente, para volver a aprender, constituye el sentido fundamental del creacionismo: literario, filosófico, artístico, pedagógico, etc.




Todos los seductores tienen algo de niños, mientras que los antiseductores tienen algo de viejos. El espíritu del niño simboliza la vida, lo venidero, el día; mientras que el espíritu del viejo simboliza la muerte, lo concluido, la noche. El niño y el viejo conntituyen el anverso y reverso sobre el cual se completa el ciclo de la vida. El niño es atrevido, intrépido, aventurero, incoherentemente imaginativo; el viejo es temeroso, evitador de la aventura, y argumentativamente realista. La sabiduría del primero radica, y aunque parezca paradójico, precisamente en su inocencia; mientras que la del segundo, en su propia y subjetiva experiencia. Cuando éramos niños, jugábamos con nuestras vecinas del barrio, a la mancha, o a las escondidas sin miedo, sin traumas ni cercos imaginarios a los que obedecer, la mojábamos con el chorro de agua de una manguera en verano, sintiéndonos muy seguros y contentos por comprender su mundo y sus necesidades. Al crecer, el poder y la asignación de un papel o rol, nos fue imponiendo una representación mental completamente alejada de esas experiencias tan gratas, que fueron reprimidas con el paso de los años, y que se fueron distorsionando dentro de nuestra subjetividad, haciéndonos más complejos y menos capaces de comprenderlas.



Yo les pregunto: ¿ya han asesinado a su niño interior? ¿Lo alimentan aún con golosinas? ¿Lo malcrían? ¿Han escuchado demasiado la voz de la experiencia provecta y amargada? ¿Cuándo fue la última vez que mojaron una chica con un chorro de agua en un día de verano? ¿Alguien creé que ella pueda ofenderse porque ustedes tengan ganas de jugar a las escondidas?

Nada más por hoy.
Un saludo a todos.

miércoles, 14 de mayo de 2008

Artillería pesada para francotiradores: Segunda entrega


Hola a todos, soy Sparrow nuevamente. Hoy traigo para todos los lobos hambrientos, la segunda entrega del post anterior, que les diera a finales del mes pasado.
Como todos sabrán, pues si no lo saben, es hora de abrir los ojos y despertar, las mujeres nos envían señales; pero a diferencia de lo que le ocurre a Mel Gibson, que se las envían los extraterrestres y oscuras fuerzas del más allá, a los Lobos Feroces, las Caperucitas les envían señales a ellos, aunque claro, también se las envían a los lobitos (pues ellas no saben, previamente de los posibles traumas que algunos puedan tener).





Los Maestros de la Seducción llaman a esas señales, Indicadores de interés (IDI). Los IDI forman parte de la comunicación No Verbal (de la que ya habláramos un poco en el blog, y seguiremos hablando), o sea, la comunicación animal, emotiva, instintiva, irracional, o como quiera llamársele. La mayoría de las veces, las Caperucitas no lo hacen de forma consciente, es algo involuntario, como un reflejo: es algo que sienten, no que racionalizan. Pero atentos a lo que voy a decirles ahora: que les envíen o no IDI no garantiza en principio nada: eso es relativo. Mis mejores victorias han sido con mujeres que jamás notaron previamente ni mi presencia, ni mi interés hacia ellas; por otro lado, muchas veces he ido con algunos IDI previos, y me fue mal. Así que, cuando vean un IDI no canten victoria demasiado rápido. Un IDI es sólo eso. Muchas veces, cuando vemos el IDI, vamos demasiado confiados, no nos preocupamos lo suficiente por generar atracción (que es fundamental), que sólo se logra en la interacción, y nos apuramos a pedir el teléfono para notar que ella, no está lo suficientemente “convencida” de nosotros. Esto es como tener 11 buenos jugadores en la cancha, sin embargo, al partido hay que jugarlo y hay que estar preparados. Ok. Bueno, esas cosas pasan, hay que aprender de los errores, y por sobre todo, no calentarse, ni autocastigarse; pero recuerden que tienen altas probabilidades de ganar, de ustedes depende. El partido puede durar entre 10 y 30 minutos, más o menos, hasta que obtienen el teléfono o una cita; pero por favor, no lo extiendan más de la cuenta. No se vayan a buscar la parte amigable en la mujer. Ustedes la quieren como amante ¿no es así?, y no como amiga, por consiguiente, no la confundan a ella, ni se confundan ustedes.



Yo, a partir del momento en que comencé a tomar nota de esto de los IDI, puedo garantizarles que las mujeres están a la caza tanto como cualquiera de nosotros; y que cualquier Lobo con la confianza suficiente para proyectar masculinidad, valor y pasión, puede registrar entre 10 a 15 IDI diarios enviados por ellas (siempre y cuando dejen de pasarse 5 horas diarias en Internet o mirando la televisión); sin embargo, ustedes (a los Lobos le digo), no deberían esperar a que un acontecimiento fortuito, mágicamente los ponga "cara a cara" con ellas (como sucede en las películas de Hollywood y en las publicidades, tan alejadas de la realidad), o que sea la mujer quien tome la iniciativa. Eso nunca ocurrirá. Lo repito: las mujeres no van a van a “avanzarlos” a ustedes, ¿soy claro?. Somos nosotros los que debemos hacer ese trabajo. Nos corresponde a nosotros presentarnos como una opción para ellas: ellas finalmente elegirán. Y no lo olviden: Ustedes también eligen, y no deberían impresionarse fácilmente por unos bonitos ojos y unas buenas curvas, ya que puede ser que, la Loba, resulte una cosa de poco valor al fin y al cabo, así que, no actúen con ella como si fueran tipos necesitados o con necesidad de buscar su aprobación y cariño. Jamás la traten a ella como si fuera algo inalcanzable, que ustedes no merecen. Las mujeres detestan a los tipos que les trasmiten demasiada formalidad o una atención que, desde lejos, se ve que es exagerada. Una cosa es ser un caballero, y otra cosa es ser un baboso. Tampoco le trasmitan jamás la sensación de que ustedes se acercaron a ella por el sólo hecho de que tiene unos bonitos ojos y unos buenos pechos (aunque lo hagan por eso, pero no importa). Recuerden que ustedes se acercan porque están interesados en conocerla a ella, y no en llevársela a la cama (aunque desde ya tienen que tener la intención, pero no la obsesión). Si le trasmiten su desesperación o su necesidad, ella los repelerá. Así de cruel. Deben manifestarle sutilmente su interés hacia ella, y más con acciones que con palabras.
Si esa situación (la de los IDI) se les presenta, pues han sumado muchos puntos, mis queridos Lobos. Muchos Lobos, que ya no son lobitos, pero que tampoco son feroces predadores aún, tienen muchos problemas con el manejo de los IDI, pues tienen resabios del lobito que fueron en algún momento, y no manejan del todo bien el asunto. Y cuando digo que manejan mal el asunto me refiero a que, las mujeres, hablan para ellos (a través de estos IDI) en una especie de patois francocanadiense. Simplemente, no lo entienden.





Como saben, a mí me gusta dar algunos ejemplos para ser lo más gráfico posible, y que ustedes puedan visualizarlos. Imaginen esta conversación entre este Lobo híbrido ficticio que les señalé anteriormente, y quien les habla, o sea yo, Sparrow:
LOBO HÍBRIDO FICTICIO (LHF): ¡¡¡Uy, mirá cómo me saludó esta mina…¡Qué buena onda!!!
SPARROW: No, no y no. Escuchame, LOBO HÍBRIDO FICTICIO, esa mina te acaba de mandar un IDI.
LHF: Ah… ¿Un qué?
SPARROW: ¡Qué esa mina está interesada en vos, zapallo! ¿No te das cuenta?
LHF: ¿A vos te parece? Para mí fue sólo un saludo. Si no la conozco…
SPARROW: (me llevo las manos a la cara, y estallo en una carcajada más de rabia que de gozo…) Pero no te das cuenta...? Tenés que hacer algo…¿O te vas a quedar ahí esperando sentado a que el espíritu santo los presente? Ni la mina va a venir a vos, ni el espíritu santo se va a presentar esta tarde.
LHF: ¿Y qué le digo? (ahora, haciendo en gracioso). Hola, Soy LHF sos muy linda, ¿querés ser mi novia?
SPARROW: (Enojado y sarcástico) ¿Cómo podés ser tan rústico? ¿Acaso creciste entre los montes alimentándote de la ubre de una cabra?
LHF: ¿Qué quiere decir rústico? ¿qué es ubre?
SPARROW: Mientras nosotros seguimos hablando acá, la mina se va… Dejá, yo la alcanzo. (Yendo a paso ligerito, me acerco, la miro y hago mi apertura): Hola (mirándola a la cara intensamente y sonriendo, ladeando la cadera hacia la derecha)
LOBA: (Olvidándose momentáneamente de LHF). Hola
SPARROW: Quiero una opinión femenina, pero que sea dicha desde el corazón (actuando un poco), por favor. Necesito sinceridad (Bla, bla, bla).

Bien, fin del delirio. A lo que iba mi ejemplo es que los hombres tienen problemas para darse cuenta cuando una mujer está interesada en él, ¿por qué? Porque no se tienen confianza para aceptar la situación y el desafío. Nada más. Su cabeza les dice cosas como: “No, no puede ser, debo estar mal yo, debo estar exagerando… fue sólo un saludo y una mirada de cinco segundo. ¿Para qué voy a ir a sacarme la duda? A ver si todavía hago el ridículo” Como si quedándose sentado ya no lo hiciera. Su cabeza no quiere hacerse cargo del compromiso que tiene en ciernes.

Los indicadores de interés más importantes, para mí son los siguientes:

1º) La mirada sostenida por más de tres segundos;
2º) La sonrisa juguetona haciendo una mueca o alguna payasada: puede hasta mostrarle la lengua o guiñarle un ojo en complicidad;
3º) El giro o ladeo de la cabeza hacia uno de los hombros (generalmente el derecho), sin necesariamente hacer contacto visual, con los ojos hacia abajo, o moviéndolos lentamente, como buscando el sonido de una melodía, en dirección al varón;




4º) Jugar con el cabello, mientras mantiene una conversación con el varón;
5º) Mostrar las palmas de la mano en una interacción con el varón;
6º) Un ligero toque del hombro o en el brazo después de una broma previa que el varón le haya hecho;
7º) En una conversación, luego de una pausa, ella reinicia la conversación haciendo preguntas para darle al varón la posibilidad de que se luzca. No es lo mismo que intentar impresionarla, ya que es ella, la que con ese gesto le está cediendo a él, en ese preciso instante, la posibilidad de que el varón tome “las riendas de la situación”, la conduzca. ¿Se entiende?
8º) Pasearse delante del varón, una y otra vez. Sí, si ella va de aquí para allá como buscando un objeto perdido, te está comunicando que tiene interés. (Los Lobos saben de lo que hablo)
9º) Puede acariciar un objeto cilíndrico como una lapicera mientras sostiene su mirada o mira en dirección del varón, sin necesariamente fijarla;
10º) Puede tocarse su cintura, inclinarse hacia atrás y dejar ver su ombligo.




Bueno, como les decía, a los Lobos híbridos reales que andan por el mundo, este lenguaje suele resultarles muy complejo de entender, tienden a ignorarlo. Si la próxima vez, encuentran algunos de estos diez IDI no lo duden, y vayan con mucha confianza. Escuchen a ese Lobo feroz que hay dentro de ustedes, y dejen morir al lobito.

Nota: Los IDI 2, 5, 7 y 9 me los enseñó el Maestro Naxos, los demás son IDI de interés que he descubierto naturalmente.

Bueno, nada más por hoy.
Un saludo a todos.

domingo, 11 de mayo de 2008

La mentalidad de la escasez (la celda imaginaria)


Hola a todos, soy Sparrow nuevamente. Hoy voy a hablar un poco sobre la mentalidad de la escasez, o mejor dicho, sobre la imposibilidad que sienten algunos de conseguir algo mejor de lo que actualmente tienen. Un mejor trabajo, una mujer más hermosa o inteligente quizás de la que tienen, o un mejor aspecto físico, o una vida más dinámica y creativa, etc. Hoy tengo ganas, también, de hablarles un poco de historia, de hacerlos viajar, a ustedes, un ratito por el tiempo; ya que las “cosas no han sido siempre así como las conocemos hoy”, como a veces se oye por ahí. El mundo cambia: el mundo de hoy nada tiene que ver con el de principios del siglo XX; y junto con el mundo cambian las personas, las generaciones que viven en las diferentes épocas, las Caperucitas y los Lobos Feroces. Ustedes saben que yo soy de la idea de que en el mundo de hoy, faltan Lobos; pues los lobos están muy apichonados, traumatizados por heridas que no terminaron de cicatrizar tal vez, o lo que sea que fuere.



En una etapa ya superada de la humanidad, para los hombres que entendemos que vivimos en el siglo XXI, como en la antigüedad occidental, greco-romana, y en parte de la Edad Media (hasta el siglo XII), existieron los esclavos, o sea las personas que bajo pena de coacción física estaban impedidas de realizar determinadas acciones que no fueran las permitidas por sus amos. Los esclavos eran “instrumentos provistos de voz”, según la definición aristotélica, y no eran útiles más que para servir a sus amos. Hay abundante documentación que prueba que, los esclavos eran mutilados, golpeados, y en algunos casos asesinados por las faltas más insignificantes que cometieran. No les estaba permitido tener propiedades, excepto que las autorizara su amo, y bajo una estricta supervisión; y para los casos en que fueran liberados (libertos), la legislación les obligaba a permanecer unidos de por vida a su anterior amo, ya sea para realizar actividades comerciales, o alguna otra actividad lucrativa en la que su anterior patrón obtuviera el rédito de la misma. La mentalidad del esclavo era, por lo tanto, limitada, escasa, al igual que su vocabulario y su educación. Entre los primeros esclavos de las ciudades, se difundió el germen incipiente del cristianismo, por ejemplo. El esclavo llevaba (sea servi o liberti) la mácula de nacimiento de por vida. Nunca podía librarse del estigma de haber nacido para servir a los demás. El cuarto en el que dormía era pequeño y sucio; y su horizonte mental, estrecho. El esclavo de la antigüedad occidental estaba fatalmente ligado a la imposibilidad de conocer otras realidades. La libertad no era más que una abstracción inconcebible, un concepto que su naturaleza no podía jamás aprehender. En el mundo antiguo se nacía libre o se nacía esclavo; aunque también es cierto, existía la posibilidad de caer en la esclavitud al ser capturado por el enemigo victorioso en combate. El fundamento de esta verdad venía dado por la naturaleza y la tragedia.




Movernos dentro de un espacio limitado nos habla de las cadenas que nos confinan a claustros oscuros, a realidades fatales dados por la creencia de que la naturaleza nos condicionó de esa manera; de que el destino quiso para nosotros esta suerte lúgubre y fatal. Muchos ignoran que, efectivamente son libres, pero ¡ojo! Ser libre no significa que dispongamos de los mismos medios que los demás. Eso es una ilusión infantil y perniciosa. Ser libres significa que podemos elegir, cambiar y mejorar en lo que sea que queramos hacer. Ser libres significa que no tenemos coacciones de ningún tipo para aspirar a tener (que no es lo mismo que tener) lo que deseamos, y que eso sólo está condicionado por las habilidades innatas y adquiridas, las voluntades y las creencias que podamos ser capaces de poner en práctica para perseguir esos objetivos (o sueños si prefieren). Si alguien se pone como meta algo ajeno a sus capacidades o a sus posibilidades reales actuales, no lo hace más que para frenar su iniciativa inicial de mejorar su situación presente.







Algunos piensan a partir de esta premisa falsa para justificar su inacción y sentir autocompasión: “Yo no puedo conseguir a Elena Dementieva, o a Stella Warren que son las mujeres que amo, por lo tanto, no puedo ser feliz, ni tener a la mujer que quiero. No se puede hacer nada para cambiar mi trágica situación. Algunos nacen con estrella y otros estrellados.”
¿Conocen a alguien que piense de esa manera? Yo conozco a unos cuantos, y es más, les diría que la mayoría de las personas de estas latitudes piensan que fuimos trágicamente castigados por el destino para ser como somos. Latinoamérica sigue atado a su pasado colonial, a pesar de haberse emancipado de los españoles hace ya 200 años; y todo hombre que se educa en esta cultura aprende desde pequeño a odiar a los supuestos causantes de sus males. Cuesta aceptarlo, pero no hay ninguna verdad más grande que esta que voy a decirles: Los latinoamericanos, a pesar de que vemos por todos lados enormes valles y fértiles llanuras, amamos la miseria, la derrota, la escasez de medios; no podemos soportar que existan naciones más laboriosas que las nuestras, ni personas inteligentes, hermosas, exitosas, emprendedoras, que quieran autosuperarse; enseguida se las criticamos por su espíritu subversivo.
Los seres humanos libres (hombres y mujeres) tienen autocrítica y mejoran, siempre mejoran, sólo viven pensando en mejorar lo ya hecho y en dar el próximo paso; a los hombres libres no les ofenden las palabras hostiles que les aplican los envidiosos que intentan ponerles frenos a sus iniciativas bienintencionadas, pues tienen siempre un as bajo la manga para defenderse de esos achaques; a los hombres libres les molestan las palabras pasivas encabezadas por “no puedo”.
Los hombres acostumbrados a la inacción y la maledicencia, tienden a tener personalidades pusilánimes, evitadoras, o distractoras de todo aquello que deben hacer con urgencia; siempre encuentran la manera de sabotearse a sí mismos con excusas pueriles e infantiles. La pasividad y la tristeza son las únicas armas con la que cuentan para autoprotegerse de este “cruel y despiadado mundo”. Reír y divertirse son lujos que, piensan, están reservados para los que “nacieron con estrella”, para los que fueron tocados por la varita mágica del destino. La mentalidad de la escasez nos dice que no hay más mujeres que las que tenemos, y por eso tenemos que actuar con recelo y resignarnos a ello, con la fatalidad con la que el esclavo occidental aceptaba su destino. Sin embargo, la verdad es otra: la calle y el mundo están llenos de mujeres solas; y lo que sobran, por desgracia son lobos enjaulados.
Lo maravilloso que tiene la vida es que siempre podemos reivindicarnos, mejorar o comenzar de nuevo. El único y real enemigo que tenemos para no hacer los cambios necesarios para mejorar, es el poderoso efecto que tiene la costumbre sobre nuestras conductas cotidianas. Nada más.

Por hoy los dejo.
Un saludo a todos.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Sorteando pruebas



Hola a todos, soy Sparrow nuevamente. Tenía pensado otro post para publicar hoy, pero preferí responder a una consulta que me enviaron a mi correo electrónico, por consiguiente (como me gusta usar la expresión "por consiguiente"), hoy les traigo un tema, que se relaciona con la consulta que me llegó a mi correo. Este post es muy polémico, con el que seguro, muchas chicas sentirán la necesidad de disentir conmigo. Es natural que así sea, y que protesten, inclusive por lo que ahora voy a decirles; pero tienen los comentarios para hacer su descargo. El tema es el de las pruebas. Pero, ¡pilas, por favor!, que no estoy hablando de pruebas de amor, como se solía decir en los tiempos de mi abuelita, sino de las pruebas de nuestra fortaleza (ya hablaré de ello). Supongan que finalmente, decidimos darle de baja al decodificador para ver películas pornográficas en casa, y que también dejamos de bajar películas tres X por Internet, y que nos decidimos (por fin) a salir a la calle a respirar aire puro, a estar más en contacto con la gente, y a buscar a nuestra Caperucita Roja, para inclusive, comprometernos con ella (porque ésta es distinta, no como las otras que pasaron por nuestra vida… al fin encontramos la “horma de nuestro zapato”... sin comentarios). Pensamos seriamente que, con ésta, todo será diferente, que todo irá de maravilla. Bien, muy bien. Excelente… ¿Y ahora qué? Bueno, lo primero que comenzamos a advertir, al poco tiempo, es que nos comienzan a probar; sí, sí (para ver si somos o no somos bien “machitos alfas”); aunque acá voy a hacer una aclaración. No es que las mujeres, muchachos, nos prueben porque sean jodidas, locas, raras (algunas estarán pensando que el jodido, loco y raro soy yo, pero bueh…y que no entiendo nada de nada), sino porque debemos revalidar nuestro poder en la relación. ¿Cómo es ésto? Me voy a explicar. Yo soy de la idea de que el poder está presente en todas las relaciones humanas (lo trabaje mucho en mi anterior blog antes de que me lo hackearan el 09/03/08), y que el poder es algo que emerge naturalmente de dichas relaciones; y en la seducción no puede estar ausente, como tampoco lo está en la pareja, en el matrimonio, en el ámbito laboral, en las Universidades, en las instituciones públicas, etc.





Nos comienzan a probar... ¿Qué hacemos? ¿Llamamos a Superman, al hombre araña, al chapulín colorado, a Sparrow? Bueno, a ninguno de los cuatro les diría yo; en primer lugar, porque superman es gay; en segundo lugar, yo no llamaría a un superhéroe que se llame “hombre araña” (me causa gracia el sólo hecho de asociar a un hombre con un arañazo, salvo que sea el Muñeco Gallardo). El chapulín colorado es un idiota, está lejos y es muy viejo, así que no nos queda más que Sparrow; pero he aquí que, el buen amigo Sparrow está ocupado, se perdió en la neblina, anda estudiando mucho, o anda de orgía en orgía, y nunca tiene tiempo para los amigos (qué va a hacer, así son todos) ¿Qué cuerno hacemos?
Lo primero es aceptar que la cosa es así, y que no hay vuelta de tuerca (hay que aceptarlo, ¿sí muchachos…? Ok). Las mujeres nos probarán, aún sin saber que lo están haciendo. ¿De qué forma Sparrow? Doy dos de las situaciones más comunes con la que podemos encontrarnos:

1º) Llegando tarde a una cita;
2º) Interpelándonos con preguntas extrañas;





Bien, daré ejemplos de los dos casos. Levante la mano el que no ha sido plantado nunca, o lo han dejado esperando más de 20 minutos en un día frío de invierno. Cuando una mujer nos deja plantado más de 20 minutos, por más disculpas y razones que nos dé, lo más probable es que quiera ver de qué forma somos capaces de desenvolvernos en esa situación. ¿Cómo manejamos la situación? Si se enojan, pierden (así de sencillo) pues ella podrá ver que ustedes son intolerantes o amargados. Podría, también interpretar su fastidio como un indicio de vulnerabilidad psíquica, etc. Si demuestran que el hecho no les importó en lo más mínimo, ella lo interpretará como un comportamiento descuidado de su persona. Pensará que ustedes son medio psicóticos, o que son unos babosos que, no son capaces de respetarse a sí mismos, de esos que dicen: “acá no pasó nada”. Ok. Es muy peligroso reaccionar así, además de inútil. ¿Cómo deberían reaccionar? Pues de la misma manera que lo harían con un amigo cualquiera que quedara en verlos en su casa a una determinada hora, y que se atrasara por cualquier motivo, ¿se entiende? Si un amigo que quedara en visitarlos en sus casas, se retrasa unos 20 minutos ¿qué harían?, pues ponerse a hacer otra cosa, más que esperar, podrían por ejemplo, ponerse a escuchar música, a leer un libro, etc. Si los dejan plantado un buen rato en Av. de Mayo y Perú, se ponen a hacer cualquier cosa en algún local (de música, por ejemplo, o a sentarse en un café a leer el diario). Si por esas casualidades ella los llama a su celular, digamos 30 minutos después, no acudan inmediatamente, explíquenle que, considerando su retraso como un hecho, se pusieron a hacer algo productivo (acá improvisen). Déjenla esperar ahora a ella, un mínimo de 10 o 15 minutos hasta encontrarse. Lo repito: si rápidamente van a encontrarse con ella, ya perdieron. Así de simple. ¿Se entendió? Nunca llamen ustedes en ese caso. Si ella está en falta, pues que llame ella para disculparse (sé, que esto puede dar origen a malos entendidos, pero así es la vida). No demuestren que están molestos, pero denle a entender, que su tiempo vale oro, y que si seguimos en ese camino vamos a terminar mal.



La segunda forma de probarnos es haciéndonos preguntas extrañas, preguntas con trampas que sólo apuntan a ver de que forma le respondemos, del estilo:
-"¿Estoy gorda?"
-"¿Quién te gusta más, Fulana (una modelo) o Sultana" (una cantante de Pop)
Posibles respuestas que debe dar un verdadero Lobo:

-"Sí, sí (y ponen cara seria, mientras le miran todo el cuerpo de arriba a abajo, para teatralizar un poco el asunto) con ese volumen adiposo pronto te van a confundir con un ternera" (la miran a la cara y sonríen). Si le responden: "No, para nada estás muy linda", ella creerá que ustedes están mintiendo sólo para complacerla, y que no les importa en lo más mínimo.
-Si ustedes responden, que ella es la única y la más hermosa del mundo, pues habrán perdido, y pronto serán su nueva mascotita, junto con el pececito de colores, el canario y la tortuga. En cambio, si responden algo así, evitarán el mal momento:




"¿Quiénes son Fulana y Sultana? Ah, sí, están buenísimas…me encantaría poder hacer con ellas dos una orgía… y vos podrías venir también" (siempre en broma, claro).
También podrían preguntarle si ella es lesbiana, y si le gusta Fulana. Cuando vean su cara de sorpresa, le dicen: "No, yo sólo preguntaba... como siempre veo que tenés revistas con fotos de ellas, pensé que quizás algún día podrías dejarme por una Loba así, etc."
¿Se entendió?

Bueno, por hoy los dejo.

Un saludo a todos.

sábado, 3 de mayo de 2008

El humor seductor del Lobo


Hola a todos, soy Sparrow nuevamente.Nos habíamos dedicado hace unos días del sentimiento trágico de la vida que embriagaba a nuestro amigo El Lobito, el Redentor de las mujeres, que decidió dejar este cruel mundo para unirse a otro más idealista. Hoy nos ocuparemos de uno de los rasgos más seductores que posee su opuesto: El Lobo Feroz. El Lobo, nuestro entrañable amigo, anda por la vida sin tantos problemas, sin preocuparse por el qué dirán los vecinos, por lo que piense una Caperucita de su larga nariz, o de sus escasos recursos económicos, tal vez; se burla a menudo de muchas cosas, no teme decir lo que le molesta, es innovador, creativo, no se va a buscar el lado amigable de una Loba que le interese con fines sexuales, y por sobre todo, ha sabido desarrollar con el tiempo, un humor insuperable, que desde ya, aplica constantemente en sus interacciones diarias con Lobas y Caperucitas rojas.



En definitiva, tiene muchos rasgos de un macho alfa, o sea de un ejemplar muy masculino. En el clásico texto de Perrault, el Lobo, se burlaba de las ingenuas preguntas que les hacía la “pobre niña”; él tenía perfectamente en claro lo que quería. Rebosaba de confianza, y su humor se apreciaba desde lejos. Nada le turbaba su razón, ni lo hacía hesitar de sus propósitos. La astucia es uno de los rasgos principales que todo Lobo debe desarrollar, y el humor es el arma más poderosa con la que cuenta. Ejemplifiquemos:

Caperucita: ¡Abuelita, qué brazos más grandes tiene!
Lobo: Son para abrazarte mejor, hija mía.
Caperucita: ¡Abuelita, qué piernas más grandes tiene!
Lobo: Son para correr mejor, hija mía.
Caperucita: ¡Abuelita, qué ojos más grandes tiene!
Lobo: Son para ver mejor, hija mía.

Hasta que Caperucita pisó el “palito”:

Caperucita: ¡Abuelita, qué dientes más grandes tiene!
Lobo: ¡Son para comerte!

(No es necesario aquí, contar lo que sucedió después de las performativas palabras del Lobo, sobre todo en estos días donde los Lobos están tan sensibles, como para oír finales “tristes” e inusuales).
Como hemos visto, el Lobo es infalible, un "verdadero salvaje", digno de emular por todos los pobres lobitos que andan por el mundo, que seguramente hubieran respondido algo así:

Caperucita: ¡Abuelita, qué brazos más grandes tiene!
Lobito: "¿Te parecen muy grandes…? (empieza a pavonearse). Bueno, sí, la verdad
es que estoy yendo tres veces por semana al gimnasio (empieza a
impresionarla y continua)…. ¿Vos no vas?

(Confundida ante tanta irrefrenable verborragia, atinó a responder por
una cuestión de cortesía).
Caperucita: "Eeeeehhh, sí. Tengo Personal Trainer".
(Esta información lo golpea, y se desvía completamente de su propósito)
Lobito: "Mirá vos, sos una chica bien" (empieza a sentirse en inferioridad de
condiciones, disminuido por el hecho de que Caperucita tenga un Personal Trainer, empieza a especular en su cabeza que “su clase social”, tal vez lo rechace a él; su cabeza comienza a boicotearle sus planes).

"Ojalá yo, hubiera tenido un Personal Trainer de chico" (ahora, se pone a hacer terapia con Caperucita, completamente alejado de su propósito, que era el de generar atracción y despertar una embriaguez de feromonas en ella: y así se pasan alrededor de dos horas charlando). Cuando termina de “hacer terapia” con Caperucita, y haberle amargado la mañana, se atreve tímidamente a pedirle el teléfono, y ésta se lo niega. El Lobito se va pensando que todas las Caperucitas están locas, que son unas histéricas, que él es demasiado lindo para que ella le haya negado el teléfono, etc. En fin, empieza a sentir autocompasión y ese dulce placer por sentirse “mal, incomprendido, único en el mundo”.



El Lobo Feroz en cambio, desde que se levantó por la mañana "despertó" inmediatamente, y aún sin proponérselo generó curiosidad, miraditas de ternura por parte de las Caperucitas, y las hizo sentirse realmente importantes y deseadas. Si trabaja en una oficina, ellas van a preguntarle cosas con cualquier excusa, y el siempre bromea con ellas. Si se encuentra en un boliche, no pasa desapercibido, si va al kiosco a comprar caramelos, coquetea con la kioskera, quien lejos de ofenderse por su enorme escopeta de francotirador, le cuenta historias de su hermana mayor para impresionarlo a él, le habla de las buenas notas que se sacó en la escuela, etc.



La palabra que mejor define al Lobo Feroz es astucia. En la película la Naranja Mecánica, por ejemplo (que si no han visto les recomiendo que vean), el protagonista Alex, aborda a dos chicas en una galería como un verdadero predador. Fíjense en esa película los movimientos de Alex en esa escena, observen la seguridad con la que habla, y lo poco que lo hace. No habla para impresionar, sino para despertar las feromonas de las chicas. Miren el sarcasmo que utiliza, observen lo experto que es para la comunicación No Verbal. Bueno, igual tengamos en cuenta que es una película, no es que las cosas resulten tan sencillas en la vida real, pero yo he podido comprobar que cuanto más sea uno capaz de dominar la comunicación no verbal con las mujeres, mejor le irá. En esa película también pueden verse en él, algunos rasgos típicamente alfas de un varón: sinceridad, serenidad, y el aplomo para manejar las situaciones de cuestionamiento de su liderazgo dentro del grupo. Desde ya que Alex es un delincuente, pero no es eso lo que aquí estamos juzgando, sino su capacidad seductora.
Y no quiero dejar pasar esta oportunidad para preguntarles a todos: ¿Por qué Caperucita le dio al Lobo las coordenadas exactas donde vivía su abuelita?
Por hoy los dejo.
Un saludo a todos.

PD: La palabra performativo (que no encontrarán en un diccionario cualquiera, la utilizamos las personas de ambiente de las letras para impresionar a la chusma ignorante), significa o describe una determinada acción de su locutor, y si su enunciación equivale al cumplimiento de esa acción. O sea, cuando decir y hacer se transforman en una misma cosa al mismo tiempo.