miércoles, 30 de abril de 2008

La trágica historia del Lobito

Hola a todos, les habla Sparrow. Hoy no les traigo la historia del Lobo Feroz, de la cual seguiremos hablando más adelante, sino la de su contrapartida, el Lobito. El lobito, un cachorro hermoso, tímido, prolijo y reservado, se educó al revés del Lobo, es decir, fue más bien castigado por su entrañable e inseparable amiga: la Cultura; sin embargo, desde pequeño, le enseñaron a amarla por demás, y a creer que ésta era capaz de “salvar a los hombres”. Cuando era adulto, un amigo le solía decirle a modo de chanza: “a vos, la cultura te pegó mal, lobito”, a lo cual el lobito solía responder con la soberbia propia de muchas personas educadas, como si fuese un nuevo Luca Prodan: “Mirá, zorrito, yo estoy al derecho, dado vuelta estás vos”. Su placer en la vida consistía en involucrar a las personas, en conversaciones estériles y aburridas, donde él pudiera lucir todos sus conocimientos, mostrándole a todos cuán ignorantes eran; sin embargo, notó bien pronto que las personas comenzaban a evitarlo, a dejarlo de lado en las conversaciones, a no contar con él para ninguna reunión, y fue desarrollando interiormente una aversión al género humano todo…se aisló más y más, hasta que llegó a fantasear con ser él, el redentor de la misma. Se hizo increíblemente agudo para penetrar en el corazón de la realidad, desde su perspectiva luctuosa. La vida era muy dura, cruel, y los seres humanos en su totalidad, no eran más que asquerosas alimañas. Su sueño era cambiar a los hombres de raíz. Él, no viviría en el mundo hasta que el mundo fuera como él creía que debiera ser.




Con las caperucitas, le pasó algo parecido. Él, no quería ser como los demás crueles lobos que, “les rompían el corazón”, el quería ser distinto y cultivó una personalidad distinta; aunque poco efectiva con ellas, y decidió convertirse en el Lobo bueno, en el redentor de las lobas. No lograba entender cómo las Lobas podían llegar a sentir un atracción irrefrenable e increíble por esos "malvados lobos".




Llegó a pensar de sí mismo que, era algo así como “un mesías de Lobas”; pues él, no era igual a todos esos malvados lobos que sólo querían “sexo con las caperucitas” (palabra que jamás se atrevía a pronunciar en presencia de su mejor amiga, de la cual estaba “enamorado”, según le confesara a un zorro viejo, unos días antes de morir); pues él, era distinto, exclusivo. Siempre estaba disponible para escuchar las quejas que todas las lobas tenían sobre los Lobos Feroces. Nunca se permitía, por otro lado, decir obscenidades delante de lobas o caperucitas, por temor a ofenderlas. Repetía una de las frases preferidas de su padre: “Más respeto, che, acá hay lobas”.
Le desagradaba muchísimo que hubiese “Lobos Malvados”, que en cuestión de segundos fuesen capaces de despertar interés en las Lobas (mientras él, planeaba sus "cacerías" edulcoradas durante meses; e incluso llegaban a pasar años, antes de atreverse a hacer algo por lo que sentía). Al observar que, aquél era, innegablemente, un patrón bastante común en el comportamiento de las lobas, empezó a sentir una secreta aversión por todas las lobas, a evitarlas, y a pensar inclusive que ellas eran: raras, malas, falsas, hipócritas, materialistas, manipuladoras, etc.; sin embargo, él seguía comportándose con ellas, como si necesitasen ser “redimidas”, solía decir cosas hipócritas en las cuales no creía y sin ponerse colorado, tales como: “es una loba, y cualquier dulzura con ellas es poca”. Cuando estaba en presencia de lobas, se ponía nervioso, sudaba, y nunca quería decir cosas agresivas (como hacía el malvado Lobo Feroz); prefería fantasear con el "momento apropiado para declararse", porque según él, era preferible decir las cosas que hacerlas, por temor a ser imprudente, y llegar a incomodarlas. Pensaba que para darle un beso a una caperucita tenía que pedirle incluso permiso. Se fue haciendo así: idealista, romántico incurable, agudo y lógico como pocos.




El Lobito fue desarrollando un increíble placer morboso por sentirse mal; prefería sentirse mal, a sentirse bien. Y no es broma. Era su "zona de comodidad", su lugar preferido, su hábitat. La risa, para él, era algo así como un defecto, una superficialidad, una manifestación vulgar, o en el mejor de los casos, algo que podía uno permitirse de vez en cuando, pero que no debía constituir un modo habitual de sentir y sobre la cual conducir la vida. Lo que más le gustaba en el mundo era pensar de sí mismo que era incomprendido, bueno como pocos, y sobre todo, exclusivo. Creía que todas las Lobas (que no olvidemos, para él, eran materialistas y superficiales) querían cosas costosas, y las solía llevar a comer a restaurantes de lujo. Solía decirle a sus amigos, con aires de lobo superado: “Al sexo hay que pagarlo”; sin embargo, siempre sintió, hasta el momento de morir, una gran envidia por aquéllos Lobos que “se las llevaban a la cama” sin invertir más que en un café”. Prefería impresionar a las mujeres mostrándoles que buen partido era él, que hacerlas sentir "deseadas, hermosas, o especiales".
En fin, un día nuestro amigo Lobito, enloqueció, y decidió que él era demasiado bueno para el mundo, y prefirió irse a uno más normal, más idealista, más perfecto y justo que en el salvaje bosque donde se había criado, donde la sublimación sexual era bienvenida y recompensada, donde el mundo estuviera gobernado por lobitos como él, donde la virginidad de la lobas fueran debidamente recompensadas… Alguien le habló de un Paraíso del otro lado del Bosque, y hacia allí fue, nuestro querido Lobito. Desde entonces anda en una nube tocando el arpa, lleno de culpa y rezando por las almas de los lobos feroces.




Oremos por nuestro querido amigo y redentor El Lobito. Crean en él y serán salvados y premiados, si no es en esta vida, será en la otra; pero como hemos visto, es muy sano entregarnos a él. Amén.

Por hoy los dejo.
Un saludo a todos.

domingo, 27 de abril de 2008

Un paseo por nuestro interior individual y colectivo


Hola a todos, soy Sparrow, les traigo hoy unas reflexiones hechas durante mis últimos meses. Cuando comencé a estudiar, hace dos años, sobre seducción para mejorar mis habilidades con las mujeres, con los psicólogos de la PNL, me llamó la atención, inmediatamente algo que hoy quiero compartir con todos ustedes. Los hombres tienen problemas para “pensar emotivamente”; es decir, temen salirse de esa tendencia racionalizante con la que se desenvuelven en el mundo. Temen abandonar esa zona de comodidad en la cual viven, pues cuando se aprende a pensar lógicamente para sobrevivir en el mundo, sentimos inmediatamente su sabor agridulce y no queremos entender ya, que al mundo lo mueven además, otras fuerzas que las racionalizantes. En primer lugar, la voluntad y el deseo. Siempre me ha llamado la atención que, en la vida, las personas exitosas sean justamente aquéllas que tienen ésto, perfectamente en claro. La Rochefoucault decía que es el temperamento el que gobierna el mundo, más que la inteligencia. La gran mayoría de los hombres siente la “necesidad de ser lógicos” con las mujeres, cuando en realidad deberían ser más empáticos, más emotivos, más receptivos y voluntariosos. Los hombres no queremos enterarnos de que, la seducción, se juega en un plano distinto al cultural-racionalista; sino más emotivo, primitivo e instintivo, si se quiere. E incluso, nuestra torpeza suele ser tan grande que, llegamos a condenar a aquel varón que tiene la habilidad de ser “comunicativo a un nivel profundo con las mujeres”.



El Don Juan Tenorio de José Zorrilla era experto en comunicarse con las mujeres a ese nivel, también el Convidado de Piedra de Molière. Lo curioso es que, el hombre esto lo sabe, pero no lo quiere aceptar concientemente. ¡Cuánta paradoja! Me explico mejor. El hombre en cuestión de segundos puede “encenderse”, tan rápido como considera legítimo “apagarse”, y no quiere saber nada de hacer esfuerzos cuando está cansado; sin embargo, no quiere aceptar que las mujeres pasen por etapas o mecanismos de atracción psicofísicos diferentes al suyo; y atribuye erróneamente la “falta de estímulo-respuesta” en las mujeres a razones de tipo culturales, cuando son del orden de lo biológico. Doy algunos ejemplos de las racionalizaciones internas más comunes hechas por los hombres, en relación con las respuestas no satisfechas:

1º) “Me dijo que no, es una turra”.
(Desencadena ira);
2º) “Jugó conmigo”
(Desencadena narcisismo autocomplaciente);
3º) “Me quiere sólo como amigo, no tiene vergüenza, con lo lindo que yo soy"
(Frustración e ira) ;
4º) “¿Cómo se atreve a rechazarme? Soy demasiado para ella.
(Desencadena misoginia);

Nuestra bendita cultura, tal como está hecha, encuentra legítimas este tipo de afirmaciones, que son claramente erróneas, misóginas e inaceptables para el nivel de conocimientos del cual disponemos en la actualidad. Lo que me preocupa, a mí, es el hecho de que, a partir de esas experiencias “mal internalizadas”, (los varones) construyan una subjetividad que, a la larga los terminen perjudicando; pues internalizar esas afirmaciones de esa manera hará que en sus cabezas construyan una subjetividad que los vayan alejando más y más de las mujeres. No importa tanto, lo que uno sea capaz de decir abiertamente (hay personas muy “diplomáticas”), sino lo que crea en su fuero más íntimo; pues las creencias van moldeando nuestra personalidad. Las creencias y los valores determinan lo que somos. Tan sencillo y cierto como eso. Lo repito: las creencias y los valores determinan lo que somos. Somos sujetos culturales, y la cultura se hace con las palabras, con los símbolos y las valoraciones que vamos internalizando. Si pensamos, por ejemplo que somos una especie de "accidente de la naturaleza", o algo que no merece vivir, nos terminaremos comportando como “accidentes de la naturaleza” o como “indignos de vivir”. ¿Cuántas personas hay en nuestro país que viven teniéndose lástima a sí mismos y culpando a todo el mundo de sus fracasos? Este bendito país es un caldo de cultivo para narcisistas, inmaduros, y miserables. Les hago esta pregunta para que la piensen: ¿Es casual que en nuestro país los líderes políticos sean sujetos que atraen este tipo de electorado? ¿De dónde creen que nace el envión para la construcción de líderes de tipo paternalistas, demagogos y “proveedores”? ¿Será que, el tango es una expresión cultural de un tipo de mentalidad varonil simpatizante con la derrota social, la misoginia, y la autocompasión complaciente ante la impotencia? ¿Creen que esta manifestación cultural tenga alguna influencia en las conductas sociales?



Volvamos a nuestro interior colectivo. Los cuatro ejemplos expuestos anteriormente, nos dicen muchos sobre el sentido de culpabilidad cultural que pesa sobre la mujer. (no olviden que, la culpa fue de Eva, y no del pobre Adán, que fue una víctima) Nuestra cultura concibe a la mujer como: perversa, malintencionada, injusta y necia. ¿Estoy mintiendo? Cuando esas palabras (y esas erróneas valoraciones) acudan a sus mentes, por favor, evítenlas, y reemplácenlas por sus opuestas. En vez de pensar que sea perversa pueden pensar que es buena, en vez de malintencionada pueden pensar que sea bienintencionada, en vez de injustas pueden creer sean justas, y en vez de necias, pueden aceptar que sean inteligentes. Acostumbrarse a pensar de esta manera hará que se modifique el cerco mental que muchas veces los separa de ellas. El mismo principio es válido para las mujeres en relación con los hombres. No se digan en sus mentes cosas como: “No, no puedo hablarle ahora”, “No, no es correcto decirle a una mujer cosas atrevidas”. Si quieren pueden hablarle ahora y decirle lo que les plazca, y nada malo pasará. Ténganse confianza.
Las rémoras machistas que aún subsisten en nuestra cultura nos hablan de la no aceptación de la libertad de la mujer para decidir: la mujer que se atreve a rechazar a un hombre está "mal vista", y el hombre que es rechazado tiende a sentirse herido de muerte por ese hecho. ¡Cuánta necedad hay en la cultura! Que una mujer nos diga que no, no significa ni que seamos estúpidos, ni feos, ni un chiste de la naturaleza, etc. Lo único que significa es que no hemos sido capaces o hábiles para generar atracción en ella. Nada más. No hay que castigarse, ni autoflagelarse, ni comenzar a escuchar tangos con una botella de alcohol en la mano, etc.




En todas las expresiones anteriormente mencionadas, existe el prejuicio condenatorio de la mujer, que es considerada el “chivo expiatorio” de nuestras dificultades para el afortunado encuentro amoroso. No es broma, ya que los hombres tienen, por otro lado, tendencia a exigirles cosas a las mujeres que no son propias de “su naturaleza”. Esto ocurre porque no se asume debidamente su condición de hombres: cuando uno se acostumbra a actuar, a conducirse como hombre, comienza a notar que “sus anteriores exigencias” no tenían ni lugar, ni razón de ser; sin embargo, ¿cuánto tiempo, muchos hombres han desperdiciado en culpabilizar a las mujeres de su inoperancia, de su falta de iniciativa, y de su inacción? ¿Se entiende?
La seducción se juega en un plano más profundo, y ajeno casi por completo al ámbito cultural. En la tradición griega, los helenos tenían plena conciencia de que la atracción y la excitación se daban a un nivel al margen de la conciencia, es decir, en un plano profundo, y al cual muchos, en la actualidad, no se atreven a incursionar. La atracción, por ejemplo no es racional, no elegimos concientemente la persona que nos gusta, y la que no nos gusta. Nos gusta y punto. Entender este principio es muy importante, ya que no entenderlo obedece a un bloqueo cultural. La cultura es una trampa; por eso son los cazadores los que deben ser capaces de servirse de la cultura en su provecho, en vez de caer en ella. Las mujeres no por una cuestión cultural tienden a ser pasivas, y esperan a que sean los hombres los que las embistan, los que “hagan su propuesta” ; sino porque es "su instinto" es el que lo reclama. El desafío es usar la cultura en beneficio propio, servirnos de ella, sorteando sus trampas para ser más eficaces.




Quién dice que, tal vez, no seamos capaces de hacer comportar a las mujeres con nosotros como si fueran verdaderas bacantes. El dios Dionisos entraba en el cuerpo de las mujeres a través del espíritu del vino, cuando se suprimían las barreras culturales. Eurípides lo logró plasmar en su tragedia “Las Bacantes”, y sugirió que, los seres humanos tenían una naturaleza bifronte; o sea que habitaban en él dos fronteras. Nietzsche reelaboró la idea llamándolas a esas respectivas “naturalezas”: dionisíacas y apolíneas.
No hay nada más antinatural que negarse la posibilidad de conocerse a sí mismos, a través de esas dos esferas que siempre estarán en tensión en los seres humanos.

Nada más por hoy.
Un saludo a todos.

miércoles, 23 de abril de 2008

Artillería pesada para francotiradores: Primera entrega


Hola a todos, soy Sparrow nuevamente. Hoy voy a hacer un post más bien dedicado a los hombres (pero las chicas pueden espiar… que acá no vamos a censurarlas. Ok).
Desde tiempos remotos, los guerreros, se han servido de armas para adentrarse en batallas. Sin armas, sería poco recomendable (excepto que se tratase de Jean- Claude Van Dame o Chuck Norris) entrar en combate. Si fuésemos el entrenador de un equipo de jugadores profesionales de fútbol, y enfrentáramos al Ajax de Holanda, lo recomendable en este caso, sería que adoptásemos ciertas estrategias y tácticas para ganar un partido. No conviene en este último caso, poner once buenos elementos en la cancha y decirle a los muchachos: “A ganar mis leones”. No, no, y no. Tenemos que tener un plan, ya que el rival también juega, y además sabe defenderse.
En la seducción, salvando las distancias, ocurre algo parecido a los ejemplos anteriormente señalados, pues debemos contar con: armas, estrategias y tácticas para ganar. A veces puede suceder que una táctica directa funcione; otras, puede suceder lo contrario, que esa táctica directa nos lleve a un desastre total. En ocasiones conviene aplicar una táctica indirecta (casi en la mayoría de los casos, les diría). Ejemplos:




Situación número (1º): Hay una mina que está muy, muy, muy buena ( los seductores profesionales hablan de objetivo, para estos casos) en un grupo (también denominado set) de cuatro mujeres paradas en la esquina, riéndose a carcajadas. Tenemos que ir, hay que abordar el grupo ¿Qué hacer? ¿Cómo demonios entrar? ¿Cómo hacer para que no nos despachen, o huyan de nuestras garras lobunas ¿Utilizarían un estilo directo tomado, por ejemplo de la famosa canción de The Doors: “Hello, I Love you”. Desde luego que no… lo correcto en este caso sería ocultar los colmillos de lobo, e ir disfrazado como un manso corderito; pero…. ¡¡¡Ojo!!! Esto no quiere decir que vayan con una energía baja como un ciego en búsqueda de su lazarillo; por el contrario, deben ir con mucha seguridad y con una alta energía, pero no deben mostrar rápidamente la hilacha ¿Soy claro?

Les regalo un abridor situacional:

Ejemplo: “Hola chicas (como si las conocieran de toda la vida… nada de andar usando estúpidas envolturas formales anacrónicas tales como: “Disculpen señoritas…”) veo que se están divirtiendo (y se dirigen a todo el grupo, nada de mirar babosamente a la caperucita-objetivo, olvídense un momento de ella). Quiero hacerles una pregunta (acá deben elaborar ustedes, pero procuren ser entretenidos, y hacer una historia previa que las enganche).
Hay que estar atento a la forma en que los miran a ustedes, ¿sí? Los van a mirar de arriba a abajo, y si empiezan a hacerles preguntas a ustedes habrán sumado varios puntos. Pero Ustedes tienen que estar “tranquilos (“Easy”, como diría Faith No More) como en una mañana de domingo” (nada de ponerse a sudar como testigo falso). Hay que intentar buscar rápidamente una cómplice en el set (El maestro Naxos, la llama cruelmente: obstáculo) de nuestras preguntas, para que no nos despachen, ¿Sí? Hay que ganarse la complicidad de alguien.
Si ustedes la tratan como si fueran doncellas inalcanzables, ellas les tendrán lástima y pensarán:
“Uy, qué tipo más idiota, de dónde salió este aparato. Y créanme que si las minas los perciben como idiotas, más estando en un grupo, serán inclusive crueles y directas con ustedes. Y se animarán a decirles cosas como: “che, ¿vos andás perdido o venís a levantarte una mina?” (¡uy, qué feo, los desenmascararon!)
Háganles preguntas, oblíguenlas a pensar y a responder inteligentemente. Las preguntas tienen que interesarles a ellas, no a ustedes. Las preguntas son, desde luego, una excusa. No pregunten cosas aburridas, que lleven a respuestas aburridas, como: “Qué opinan del concepto de la náusea en la novela homónima de Jean- Paul Sastre”; o estupideces del estilo “tenés hora”; o “a qué hora arranca este próximo tren que va a temperley”.





Regla para recordar: A pregunta neutra, amorfa y directa respuesta neutra, amorfa y directa. Ejemplos contrastantes:

Lobito inexperto: ¿Dónde para el 150 que va a Mataderos?
Caperucita: Allá, en la otra esquina.
Lobito inexperto: Gracias (y se va con el rabo entre las piernas)

Lobo Feroz: Hola, vos tenés cara de persona inteligente… (y acá la pregunta inteligente)
Caperucita: Bla, bla, bla… ¿Por qué me dijiste que tengo cara de persona inteligente?
Lobo Francotirador en llamas: Bueno, vi la forma en qué movías las manos, y la cabeza, y me acordé de una amiga que estudiaba derecho en la UBA (Bla, bla, bla…)
¿Ven? Están generando curiosidad…
Sigamos.


Situación Nº (2): Hay una mina sola, sentada en un asiento del 132 que va a retiro, y ustedes suben a la altura de Caballito. Tienen como media hora para sacarle el número de teléfono. Manos a la obra. ¿Utilizarían aquí un estilo directo? Bueno, acá todo depende de si hubo contacto visual previo, o algún indicador de interés por parte de ella.
Lo importante es que, si no lo hubo, apliquen lo que dijimos antes para el caso de un estilo indirecto; pero si lo hubo… entonces, pónganse el babero, afilen los dientes, y que nada los detenga. Ejemplifiquemos un poco:
Piensen que hubo nomás, un contacto visual previo de al menos tres segundos, ¿me siguen? Bien. Lo que van hacer aquí, será decir lo siguiente (vayan con mucha confianza, y acomoden el cuerpo como si fueran Elvis Presley):
Les regalo otro abridor situacional:

Lobo: Hola, qué espectacular/hermoso/genial que está ese (celular, campera, zapatos, cuaderno, mochila, pircing, etc., me hace acordar a … La idea es que la mina escuche términos alegres, o positivos, o excitantes de sus bocas, y que los asocie inconscientemente con ella ¿sí?. Recuerden que no se lo están diciendo a ella, pero ella lo internalizará como que si se lo dijeran a ella. Cuiden en este punto, mucho el tono de la voz (que parezca relajado, profundo y sensual a la vez, no hablen con voz de púber con acné.

Posibles respuestas:

1º) Caperucita: Ah, gracias ( y si les da vuelta la cara, están sonados, hicieron algo mal de entrada; pero pueden intentar una segunda jugada, con algo que previamente hayan pensado);
2º) Caperucita: Ah gracias, si los compré en (…) y me gustó el diseño.
Muy bien...(Agarró viaje…)

Sigan, no se corten por nada del mundo. Repregunten de acuerdo a lo que ella les diga.
En un punto de la charla deben apuntar y tirar algo de dinamita, pueden dejar caer una bomba, si la situación lo requiere, pero deben ser muy agresivos. Algo así estaría bien:
"Con esa pollera deberías tener cuidado, podrías excitar a alguno" (y sonríen con cara de nene bueno y católico que va a misa todos los domingos; pero le clavan los ojos. ¿Se entendió?

Bueno, por hoy los dejo.
Un saludo a todos.

sábado, 19 de abril de 2008

La expiación del Lobo Feroz


Hola a todos, soy nuevamente Sparrow. Hoy les traigo el tema del Lobo feroz sobre el que vamos a volver varias veces en el blog.
El Lobo Feroz ha sido combatido de diferentes maneras a lo largo de la historia de la civilización occidental. En primer lugar, se lo combatió moralmente, a través del disciplinamiento verbal, es decir, a través de la asignación de valoraciones contenidas en la aplicación de palabras con fines correctivos de sus pulsiones, acusándolo de:
1º) libidinoso, gracias a la tradición sexofóbica heredada de la moral tardo-romana-militar-judeo-cristiana;
2º) Concupiscente: gracias a San Agustín;
3º) Pervertido: gracias a la psicologismo de fines del siglo XIX;
4º) Salvaje: gracias a la errónea apreciación de los etólogos de que, los animales, mantenían relaciones sexuales la mayor parte del tiempo, lo cual era un gran error, pues la mayoría de ellos, sólo lo hacen en períodos de celo, a diferencia de los hombres donde la sexualidad se construye culturalmente, fluctuando de acuerdo a la estructura psiquíca de las personas, pudiendo mantener relaciones sexuales durante casi toda su vida adulta.
En segundo lugar, se le cercenaron sus “apetitos” a través de la legislación: edades legales para aparearse, que trastocaban hábitos y conductas de miles y miles de años de evolución psicobiológica ; incluyendo roles y funciones que cumplir para tener derecho “al premio”.



En tercer lugar, se construyeron y difundieron narrativas ejemplificadoras para paliar y justipreciar las dimensiones del apetito, como en la leyenda de la esclava romana Virginia, quien fuera acosada por Apio Claudio; y la novela Pamela de Samuel Richardson. En ambas narrativas el “triunfo de la virtud” es ejemplificador; y la lascivia de los déspotas penada justamente.
En cuarto lugar, se lo combatió penalmente mediante castigos corporales, privaciones de su libertad, y ejecuciones patibulares para casos considerados patológicos (como en el estupro).



Yo creo que, aún hoy, cuando escuchamos la palabra lobo, se nos eriza la piel, y asociamos inmediatamente la figura del Lobo con las ideas de perversidad, depredación, egoísmo, y salvajismo. Nunca el lobo es dimensionado en los aspectos positivos de libertad que supo ilustrar Jack London en sus novelas, por ejemplo. El pastor que antaño guiaba a sus rebaños, y los cuidaba del Lobo, como en las fábulas de Esopo, debió aceptar que, sus corderos no representaban más que una forma exterior dócil y civilizada de una manera hipócrita, y cuyo interior salvaje participaba de los mismos “repudiables vicios” que se le atribuyeron durante mucho tiempo al señor Lobo. ¿Hasta cuándo necesitaremos pastores que nos cuiden?



El disciplinamiento constante del Sr. Lobo ha llegado a su fin al finalizar el siglo XX; es por eso que, dejamos ya, de sentir compasión por caperucita roja, y nos atrevemos a satirizar sobre ella, a burlarnos de su ingenuidad. ¿Qué hombre hoy, cree realmente que existan las caperucitas rojas? ¿Cuántas veces nos topamos en la actualidad, con la inocencia y la pureza sugerida (de forma tan polémica) en el relato clásico de Perrault?


Los políticos y las iglesias, siempre han pretendido y pretenderán controlar y manipular a los hombres, creando valores y mitos funcionales a sus respectivos poderes. Esto no está mal, ya que el poder está en la propia naturaleza humana, y ciertamente se hace necesario para un funcionamiento de la sociedad; pero lo que sí, está mal, es la falta de debate sobre los nuevos problemas que atraviesan los seres humanos; y la poca y tal vez nula apertura a la comprensión de las nuevas necesidades de las personas que viven en un mundo mucho más complejo y rico que en el que se constituyeron esos poderes. ¡Ah, cuántas personas hay, aún hoy, que añoran las épocas en las cuales las mujeres no opinaban públicamente, ni votaban, ni podían manifestar abiertamente su deseo sexual, ni trabajar, ni salir de noche a ser embestida legítimamente por algún Lobo Feroz.

Nada más por hoy.
Un saludo a todos.

martes, 15 de abril de 2008

Una mirada personal sobre la seducción: Primera Parte



Hola a todos, soy nuevamente Sparrow, y aquí les dejo algunas reflexiones sobre la seducción.
El arte de seducir y devenir en seductor implica, a mi entender, en primer lugar, la laboriosa tarea de tomarse al mundo de una forma más amena, más relajada, y sin el nerviosismo con el que habitualmente lo hacemos; pues allí radica su esencia. La seducción no es algo así como una “actividad mágica o una habilidad metafísica” a la que no es posible acceder para el grueso de la población; sino todo lo contrario, algo más elemental, que involucra un profundo y conciente dominio de lo emotivo en los seres humanos; y que está relacionado con la simple decisión de “vivir y divertirse”. Sin espíritu de aventura, sin improvisación, sin sorpresa, sin ánimo lúdico, la seducción se reduce a un trámite administrativo; y cuando uno termina dicho trámite puede dedicarse nomás a actividades placenteras, que en verdad lo llenen; y créanme que, no hay nada más aburrido que un tipo humano “predecible” y “burocrático”. Aquella persona que no posea un espíritu juvenil, innovador y creativo, jamás llegará a ser un seductor. La seducción está directamente relacionada con la decisión de vivir e involucrar en ella a otra persona. Los seductores debemos ser capaces de movilizar los sentimientos más genuinos y profundos en una mujer, y no de convencerlas argumentativamente de que somos “su salvación”, “el mesías” que estuvieron esperando durante mucho tiempo. Eso es lo que piensan de sí mismos, todos los “buenos y cornudos compositores de letras de tango”. ¿Soy claro? (voy a entrar más adelante en este tipo de personajes).


Las palabras que conforman el universo en el cual nos movemos, y con el nos comunicamos a diario, están signadas por las valoraciones previas del autoritarismo y la arbitrariedad que las creó; por lo cual, se hace necesario para nuestro propósito (el de seducir) romper, cada tanto, el “curso lógico” de los sentidos, de las significaciones, que de ordinario nos irían desgastando en las conversaciones, y ciñendo hacia una imagen previamente diseñada. Si respondemos por ejemplo, ante preguntas directas de forma directa y previsible, como en un examen, el profesor nos pondrá la nota que él quiera. Lo importante es entender que, en la comunicación informal humana cotidiana, no estamos ante un examen o ante un tribunal a punto de dictar sentencia sobre nosotros; y que es legítimo responder las preguntas que se nos formulen de la forma que queramos, siendo creativos, impredecibles, mostrándonos valiosos y originales; y sobre todo, sin presumir, ni querer impresionar a los demás de ello. Esto, generará un efecto halo en la manera en que los demás nos verán, y advertirán de inmediato, que es mejor estar con nosotros que no estarlo. Esa es la esencia del seductor. Por lo general, las mujeres hermosas, no deben reunir ninguna suerte de carisma especial, para atraer a su círculo una buena cantidad de “amigos buenos”, “amigos incondicionales”, siempre dispuestos a hacerles toda suerte de favores, sino que, la sociedad les ha dado “derechos y libertades” para hacer y decir lo que quieran, por el sólo hecho de ser hermosas. Las demás mujeres saben que ellas sí, deben transpirar para ganarse un lugar en un círculo social, y la atención de un hombre. En el caso de los varones ésto, claramente no es así, el hombre debe desarrollar su espacio, su hábitat, su auditorio, para poder hacer girar “como el sol” a los demás sobre sí (en especial a las mujeres, claro...)




Toda falta, toda carencia, potencia nuestro deseo. Deseamos lo que no tenemos, y nunca lo que tenemos ¿Soy claro? Por eso, la imaginación recorre los caminos del deseo, pues la imaginación necesita consumir deseo para fabricar el sustento, el alimento energizante que le permita continuar viviendo. Si el deseo se extingue, ya no hay nada que hacer allí. Lo que vive desea, y lo que no vive, no. Tan simple como eso. De lo expuesto queda claro que: SEDUCIR (o atraer) = DIVERTIR (o entretener). El gran problema que tiene la inmensa mayoría de los hombres (y también las mujeres) es que aburren. ¿Por qué aburren? Pues sencillamente, porque no viven el momento, ni toman debido registro del otro, ni tienen confianza suficiente en sí mismos para poder trasmitirla a los demás. Este cóctel es uno de los causantes de la incomunicación.




La comunicación entre hombres y mujeres es de dos tipos:

1º) Verbal
2º) No verbal

La comunicación verbal es discursiva, mientras que la no verbal es gestual, actitudinal, motora, y básicamente no racionalizante en un sentido discursivo; lo que no significa que no pueda interpretarse adecuadamente; sino más bien que, no es capaz de ser asimilado por las convenciones gramaticales.
Los hombres perdedores con las mujeres suelen acusar a las mismas de que nadie las entiende, lo cual no constituye más que una generalización inútil sobre el género, y un juicio de valor subjetivo al respecto, dado por su incapacidad de comunicarse dentro del campo No verbal con ellas ¿Se entiende?

Bueno, nada más por hoy.
Un saludo a todos.

domingo, 13 de abril de 2008

Caperucita Roja: Primera Parte



Cuando Charles Perrault a fines del siglo XVII, escribió el famosísimo cuento: “Caperucita Roja”, no pensó, seguramente demasiado, en los hombres del siglo XXI, sino más bien en hacer de él, una suerte de sátira de la libido masculina, y de la supuesta candidez femenina (si es que esto último significara realmente algo). Mucho se ha escrito sobre la intención verdadera del autor en el relato; están, desde ya, los que interpretan el cuento con una intención moralizante, y justifican sus argumentos partiendo de la moraleja escrita sobre el final de dicho texto, que a continuación pasamos a transcribir:

MORALEJA

Vemos aquí que los adolescentes
y más las jovencitas
elegantes, bien hechas y bonitas,
hacen mal en oír a ciertas gentes,
y que no hay que extrañarse de la broma
de que a tantas el lobo se las coma.
Digo el lobo, porque estos animales
no son todos iguales:
los hay con un carácter excelente
y humor afable, dulce y complaciente,
que sin ruido, sin hiel ni irritación
persiguen a las jóvenes Doncellas,
llegando detrás de ellas
a la casa y hasta la habitación.
¿Quién ignora que Lobos tan melosos
Son los más peligrosos?




La gran mayoría de la gente, ignora el verdadero final de Caperucita, y suelen creer que ella, fue rescatada finalmente, por un leñador, o algún alienígena intergaláctico que pasaba casualmente por allí en ese preciso momento; y a veces, inclusive, se habla de que fue rescatada “sana y salva” del vientre del lobo, como ha pretendido corregir la cinematografía estadounidense, y la adulteración del relato original llevada a cabo por los hermanos Grimm, en 1812. ¡Hay que proteger a la inocencia!
La verdad es que, todo esto, no hace más que confirmar la sexofobia y el puritanismo anglosajón protestante, que nunca pudo digerir la idea de que una jovencita (ingenua e inocente, no lo olviden) fuera acosada sexualmente por un hombre (simbolizado en la figura del Lobo) con un apetito feroz, y que encima se saliera con la suya. Hollywood, en especial, aunque también la tradición anglosajona, proponen un “final feliz” siempre, y para todas las narrativas con intenciones masivas, lo que supone desde ya, una idea previa de “felicidad”. Jamás “El Lobo Feroz” ha sido retratado, “dulce o de un carácter excelente”, como llegó a sugerir el mismo Perrault, en la moraleja que acabamos de citar; sino todo lo contrario: feo, mal llevado, con los ojos inyectados en sangre, con mal aliento, etc. Es decir, más parecido a un violador serial del "bajo mundo", que a un legítimo hombre excitado por la naturaleza de las cosas; pues no es legítima tal excitación por una joven "inocente"; debe tratarse de una persona muy perversa, muy poco civilizada, y completamente ajena a los verdaderos valores occidentales y cristiano. ¿Quién mejor para encarnar el papel de bestia que un animal salvaje, predador y solitario?





Los cuentos de Hadas suponen una liberación de nuestros temores más primarios, a través de una historia fantástica o maravillosa, de la que sabemos de antemano, jamás podrá terminar mal; pues tras la angustia y la huida de su trama debe llegar irremediablemente el “desenlace feliz”. Hollywood, no ha soportado nunca, que haya finales "no felices" en la inmensa mayoría de sus narrativas visuales. Hay en la sociedad norteamericana una "actitud mental" completamente negadora del "mal” librado al azar; excepto que éste, le sea funcional al “bien”. ¿Se entiende? Para que exista el mal en el mundo debe haber también un héroe adecuado que lo contrapese, que contrarreste sus efectos. El principio lógico que les permite dormir tranquilo a los productores cinematográficos de Hollywood, sería el siguiente: “sabemos que el mal existe, pero nosotros (los verdaderos narradores) somos lo suficientemente capaces de combatirlo, y de generar los antídotos necesarios para contrarrestar sus efectos. Jamás dejaremos que, en la pantalla abierta se exhiban los muslos de caperucita… o que cenicienta no pueda encontrar a su "príncipe azul”. ¡Qué ejemplo les estaríamos dando a los jóvenes!
Nada más por hoy.
Un saludo a todos.

sábado, 12 de abril de 2008

Fundamentos



Hola a todos, mi nombre es Sparrow (quien en otro momento se diera a conocer en la blogósfera como GORRIÓN pys, antes de que mi blog me fuera hackeado el 09/03/08); y voy a derribar, en este nuevo espacio, algunos mitos de nuestra cultura en relación con el verdadero papel y poder en la seducción; tanto de la que opera, a nivel sexual individual en relación a los géneros, como a nivel político de masas, es decir cultural. Por lo tanto, la seducción a la que me refiero posse una doble dirección: hacia la esfera privada, pero también a la pública. También intentaré volcar mis experiencias reales como testigo directo de nuestra sociedad, que intentaré ficcionalizar, para hacer más provechosa su lectura. Lo haré trabajando desde el humor, utilizando alguno de los siguientes recursos expresivos y estilísticos: las hipérboles, las enumeraciones caóticas, las comparaciones, las fábulas moralizantes y satíricas, las imágenes sincréticas, lo grotesco, la "lógica del absurdo" y de la miseria cotidiana; en donde vemos, a menudo, hundir la cabeza de las personas de nuestra sociedad argentina.



Espero serles de alguna utilidad, al difundir mi "filosofía de vida" y mi visión de las cosas. Me entusiasma la idea de que todos podamos desentrañar, desde lo cotidiano invisible, nuestra decadente cultura para remozarla y enriquecerla; pues la cultura no es estática, sino dinámica; y al mismo tiempo, una trampa con la que nos envuelven al momento de nacer y de crecer, y de la cual, sin embargo, no podremos desprendernos nunca (alguien por allí la llamó: la mentira necesaria), aunque, espero sí, podamos modificarla y mejorarla, para el mayor número posible de gente, sin perder una perspectiva ilustrada, que sea a la vez más democrática y menos hipócrita. Veremos, pues, cuánto de necesario hay en ella, y cuánto de desechable en verdad); no obstante, también creo que, es posible (a nivel individual) utilizar la misma a nuestro favor, en lugar de hacer que ella nos juegue en contra, sirviéndonos de algunas estrategias de supervivencia. Por otro lado también, la crítica será dirigida a la anomia, y a la falta de criterios saludables (para el conjunto de la sociedad), tanto sea de los desvalores estéticos como éticos de los jóvenes de los sectores populares marginales, que hoy, por desgracia, asumen un protagonismo inaudito en los medios de comunicación, la escuela, y la política.





Yo soy un hombre de la cultura (un docente), y también un crítico de ella; ya que la cultura, propiamente dicha, está construida, como ya dijimos, sobre una sólida estructura hipócrita para sostenerse; cuyo fundamento es contrario a los deseos más genuinos de la inmensa mayoría de los seres humanos. El soporte estructural de la cultura, y de las relaciones de poder en la cual se inserta la misma impide, paradójicamente, una buena comunicación entre los hombres y las mujeres, y por consiguiente, surgen nuevas formas de perversión psíquica, de degradación moral y de deshumanización estética. ¿Existe una paradoja mayor que la legitimación del error y de la impostura sobre este postulado? La cultura argentina, decía Abel Posse en un artículo periodístico hace unos años, está siendo aniquilada; y al mismo tiempo, añado yo, ese hecho es el responsable de la deshumanización y de la incomunicación entre las personas.


Un saludo a todos.
Sparrow